Carta a Bernardo Caamal, anudador del Kuxa’an Suum

Una mujer que vuelve de leñar conversa con Bernardo Caamal Itzá, candidato maya a alcalde de Peto

Una mujer que vuelve de leñar conversa con Bernardo Caamal Itzá, candidato maya a alcalde de Peto

Querido amigo: hace unas semanas, por medio de las redes sociales, supimos que te encuentras nuevamente en campaña por la presidencia de nuestro municipio, Peto. Esta es una alegría que compartimos con muchos de los que te conocen: por tu don de gentes, por tu conocimiento profundo del pueblo y sus problemáticas, y por tu capacidad crítica y profesional reconocida en el ámbito regional, nacional e internacional. Sin duda eres la persona idónea, la más capacitada en más de una generación para dirigir el municipio.

Inmediatamente de saber tu postulación, uno de los que suscriben esta carta abierta, escribió un ensayo de opinión donde te veía a ti como el heredero directo del revolucionario Elías Rivero.[1] Hoy las cosas, o la explotación, ya no se dan encerrando a los pobres del campo en las haciendas como Catmís en 1911, sino en las totalitarias barracas o barriadas crecidas al margen de las industrias de la construcción en la Riviera Maya, en Mérida, o exiliando a petuleños a vivir o sobrevivir en la completa lejanía de otra cultura y otra lengua.

Pero para qué te contamos esto, Bernardo, que sabes perfectamente que existen todavía pobrezas, injusticias y olvidos históricos a la población maya de Peto. ¿Para qué te hablamos de esas escenas tristes y oprobiosas, de situaciones cuasi coloniales que todavía se ven, y que tú mismo, en tu caminar tranquilo por las veredas y senderos marginados de la Villa y sus pueblos, nos haces palpables, vía la fotografía, del estado injusto de cosas actuales. Ese Memorial de la injusticia que vas abultando a cada clic fotográfico, es la prueba más clara, directa e irrefutable de la deuda histórica que las administraciones de más de 80 años tienen con el segmento indígena de Peto. Es una deuda histórica cuyos deudores sabemos quiénes son.

Por eso, Bernardo, al igual que tú, nos sentimos ofendidos por la verbena popular de muladar en que los actuales candidatos del PRIAN desgobierno han convertido sus campañas: sin propuestas, mediante puro ruido, matraca y papaxk’a’ (aplausos); “quien no tiene ideas sólo puede aspirar a hacer ruido”, un ruido estúpido y estupidizante, “un insulto a la razón y la miseria que se vive en Peto el hecho de que el PRI y el PAN organicen constantemente extensas caravanas de vehículos”.

El Memorial de la injusticia que tú estás recolectando para dar prueba fehaciente del desbarajuste social es la mejor contracampaña que se pueda realizar para desenmascarar las nauseabundas campañas de los que sólo tienen ruido en sus cerebros sin memoria, pues con esas fotografías demuestras que el PRIAN desgobierno no está legitimado a ojos del pueblo pobre, que ellos mismos son la razón de la pobreza histórica del pueblo.

Unas cosas más hay que escribir en esta carta abierta, Bernardo. Los últimos 200 años de la historia de Peto ha estado signada por varios momentos de resistencia como la tuya, y de pruebas de heroísmo que han dejado estupefactos a los que van conociendo la historia de la matria, las múltiples historias de tenacidad y resistencia de los hijos de Peto. Y por hijos de Peto entendemos no a ningún “aldeano vanidoso” (pero también hay aldeanas vanidosas) que piensan que el mundo entero es su aldea, y que con“tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal”. Esta frase del inmortal poeta cubano José Martí, bien viene a cuento cuando observamos la historia reciente de la Villa de Peto: una historia de marginaciones, de abusos del poder, de saqueos y mentiras apiladas sobre cadáveres de mentiras. Y es que todos sabemos quiénes son esos aldeanos o aldeanas vanidosas, estos caciques o matronas que quieren ser de horca y cuchillo y dan por bueno el orden universal para seguir jodiendo al prójimo, a los hijos de Peto que, en el silencio de la noche o al alba, recuerdan, recuerdan siempre.

Y es preciso recordar aquí, Bernardo, algunos hechos de resistencia que los hijos legítimos de Peto han dado a lo largo de estos últimos 200 años de historia pueblerina. En la década de 1840, el cañaveral comenzó a crecer a costa de la milpa de los mayas de Peto. Y cuando la Gran Guerra profetizada por los chilames llegó del Oriente con su tea incendiaria, los campesinos de Peto y su región cargaron con su machete, sus butbidtzonesy sus piedras, y engrosaron las filas de los sublevados de Tepich: hombres como Crisanto Cab, de Dzonotchel; José María Torres, de Kantemó; Don Doroteo, de Peto; don Juan Crisóstomo Chablé, de Tahdziu; y el Ulises de la Guerra de Castas y fundador de Noh Cah Santa Cruz Balam Nah, José María Barrera, de Peto; pelearon bravamente y su objetivo principal fue quemar el cañaveral de los ranchos y haciendas de los explotadores dzules. Historiadores modernos han parangonado a la quema de los cañaverales, con proporciones cuasi bíblicas, una gesta justiciera que hicieron los campesinos de la región.

Abuelos enfermos, él de la próstata y ella de osteoporosis. Un funcionario de Sedesol los despojó del oro que tenían con la promesa de "una casita"

Abuelos enfermos, él de la próstata y ella de osteoporosis. Un funcionario de Sedesol los despojó del oro que tenían con la promesa de “una casita”

Entre 1850 y 1890, los hijos de Peto que decidieron quedarse en la región trabajarían su milpa y no serían molestados por los pocos rancheros y hacendados del pueblo. Pero en 1890 la cosa comenzó nuevamente a cambiar: se quiso reactivar económicamente esta parte sur de Yucatán, y poner en práctica las políticas agrarias porfirianas que iban en contra de los ejidos del pueblo. En 1892, una turba de campesinos de Peto mostró su descontento en contra de un rico comerciante y hacendado del pueblo, y un compinche de jefe político suyo. Esa vez no permitieron que el hacendado hiciera crecer sus tierras a costa de las milpas de los campesinos. En 1894, los hijos de Peto gritaron mueras al gobierno de Porfirio Díaz porque éste quería dividir los ejidos del pueblo. La reacción de los de Peto a esa intentona de repartir los ejidos estribó en que un grupo de 300 hombres del pueblo –defendiendo a su viejo caudillo don José María Cab, que había protestado por la acción indebida del gobierno porfirista y se encontraba preso por la dictadura– se retiraron a Xcanteil para juntar fuerzas, velar armas ahí y esperar a las avanzadas militares que la dictadura mandaría para “apaciguarlos”. Varios pelotones –la cifra es de más de 500 soldados- fuertemente armados irían a Peto los siguientes días para traer al “orden” dictatorial a los campesinos. La memoria oral y la memoria de archivo dice que, armados con palos, machetes y escopetas que tomaron en el cuartel de Guardia Nacional, al rayar el alba, los hijos de Peto, “irritados por la sed de justicia hicieron su avance” hacia el pueblo, quitándose de Xcanteil. Era una hueste de campesinos, 400 hombres a lo mucho, que se trabaron en un sostenido tiroteo con las fuerzas federales que estaban debidamente pertrechadas. La derrota era ineluctable, pero la sublevación originada por la medición y repartición de los ejidos duró más de 10 días. Fueron derrotados, pero los ejidos de Peto no se repartieron.

En 1911, los hijos de Peto sabían que, allá en el norte, en ese vasto país llamado México, se estaba haciendo una Revolución para tumbar a don Porfirio y a sus científicos. En ese año, en Peto gobernaba con mano déspota el septuagenario cacique militar Casimiro Montalvo Solís; y una hacienda cañera, Catmís, devoraba hombres y mujeres del pueblo. Al grito de “ya se acabaron esos tiempos”, la madrugada del 3 de marzo un grupo de campesinos, artesanos y gente del pueblo comandados por el platero Elías Rivero, asaltaron el cuartel militar de la Villa, proclamaron la revolución y se internaron al monte para reclutar revolucionarios. Días después cayeron sobre Catmís, libertaron a los esclavos y posteriormente le propinaron una dura derrota a la oligarquía de los barones del henequén.

Estos mismos hijos de Peto, en el año de 1915, cuando el general constitucionalista Salvador Alvarado fue enviado por Carranza para liberar a los esclavos del henequén, hicieron varios motines armados demostrando su descontento contra los comerciantes usureros –muchos de ellos, “turcos”– del pueblo. En el periodo de 1915 a 1923, Elías Rivero y sus aliados armarían una combativa Liga de Resistencia Socialista de Peto que ayudaría a crear otras ligas en pueblos como Chacsinkín, Tahdziu, Progreso Nohcacab y Ek Balam, y ayudarían a los campesinos a pedir tierras al gobierno socialista del Dragón Rojo de Motul, Felipe Carrillo Puerto. Cuando los barones del henequén y sus esbirros de charretera dieron el golpe militar a Carrillo Puerto, estas ligas sureñas, dirigidas por el caudillo Elías Rivero, fueron de las pocas que harían resistencia al golpe militar, defendiendo el socialismo yucateco.

Los ejemplos de resistencia de los hijos de Peto que he referido, con el tiempo serían tratados de extirpar de la plaza pública por las antiguas élites rurales que se sobrepusieron y medraron en los nuevos tiempos “revolucionarios”: estas élites rurales tendrían el descaro de declararse “socialistas”, luego irían al PNR, al PRM y al PRI, y en años recientes al PAN. Sea como fuere, en Peto existe una clase de caciques (generalmente, no indígena, o “blanqueados”) que gobierna para sus intereses, y que da migajas a sus seguidores mayas, mientras detentan el monopolio educativo, comercial, político y hasta cultural. Mientras tanto, la deuda histórica que hoy Bernardo Caamal Itzá hace palpable con su Memorial de la injusticia, vía el reporte fotográfico y documental a través de su campaña austera y propositiva, es el mejor mentís y el reclamo social que se le pueda responder a la barbarie de los caciques panistas y priistas de este pueblo.

Por eso mismo, los que abajo suscribimos, declaramos nuestro apoyo irrestricto a Bernardo Caamal Itzá, el encargado de re-anudar la soga rota de la justicia con la mano izquierda, la misma mano que ha trabajado nuestra tierra petuleña.

Firmas

Ivette Cruz Ramírez, maestra de Historia en el Ciesas Peninsular

Jazmín Y. Novelo Montejo, comunicóloga y periodista

Gilberto Avilez Tax, historiador y escritor

Isaac Esaú Carrillo Can, poeta y narrador maya (Premio Nezahualcóyotl)

Pedro Pablo Chim Bacab, poeta y narrador (Premio Nacional de Literatura Maya “Waldemar Noh Tzec”)

Carlos Ojeda Arroyo, estudiante de Ingeniería Biomédica

José Natividad Ic Xec, escritor y periodista (elChilamBalam)

 

[1] Véase “Es hora de anudar la soga rota: Elías Rivero y Bernardo Caamal Itzá, vidas paralelas”, artículo de Gilberto AvilezTax, 7 de abril de 2015, en http://gilbertoavilez.blogspot.mx/2015/04/es-hora-de-anudar-la-soga-rota-elias.html

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