Por RAÚL MANZANILLA, antropólogo. En el “Día de San Juan”, 24 de junio, en la comisaría de Sucopó, Tizimín, Yucatán, se realiza un evento en que la comunidad mezcla sus creencias antiguas y su fe en honor a San Juan Bautista, un festejo que coincide y puede tener que ver con el solsticio de verano.
Los festejos incluyen una vaquería, que ameniza un grupo jaranero de Cenotillo, y una procesión comunitaria al cenote más conocido del lugar, el llamado Siete Bocas. Esta cavidad subterránea fue escenario, el año pasado, del rescate de una tradición que desde hacía algunos años no se realizaba en la comunidad y consiste en que algunas personas, varones jóvenes principalmente, se lanzaban a las cristalinas aguas del cenote desde lo más alto como muestra de arrojo y valor.
Esta cavidad subterránea es la más conocida en la comunidad y muestra indicios de que fue usada antiguamente como fuente abastecedor del líquido vital.
El cenote tiene siete entradas, algunos tan pequeñas que con trabajo pasa el brazo de una persona o algunas tan grandes como el colapso principal del techo. Sin embargo la que llama más la atención es la entrada redondeada a manera de pozo con piedras labradas y careadas que recubren sus paredes desde la superficie. Con el paso del tiempo se han enraizado un par de árboles.
Algunos pobladores tomaron el micrófono para narrar las historias acerca de esta antigua tradición, de cómo los abuelos la llevaron al cabo y que hoy día quieren rescatarla como parte del legado cultural de la comunidad.
Igualmente se realizan algunos juegos como el “palo encebado” donde se ofrecen premios donados por las autoridades del pueblo y algunos patrocinadores que ayudaron a realizar el festejo.
Se entrega una ofrenda de flores poco antes de que los jóvenes y varones de la comunidad inicien sus clavados al cuerpo de agua, acto que iniciaron rayando las 3:00 de la tarde.