No sabía escribir en lengua maya pero lo aprendió poco a poco y hoy día diseña métodos para una enseñanza eficiente, y escribe. Como todos quienes dan sus primeros pasos en la escritura de una lengua que no suele escribirse, Felipe de Jesús Castillo Tzec (Dzan, 1977) lo hizo “como pudo” y notó que no lo había hecho tan mal porque en esa ocasión ganó un premio (2006), el primero de varios que ya tiene en su haber, el más reciente el de los Juegos Literarios Nacionales de la UADY 2016 que se falló el 12 de diciembre pasado. “Un proceso que fue muy reñido porque todas las obras en concurso fueron de muy buena calidad”, según comentó la maestra Patricia Martínez Huchim, una de las tres jurados del proceso, en una conversación a parte.
Felipe Castillo habla de él, de su experiencia como estudiante, como emigrante, como profesor, durante una charla con elchilambalam en un café del centro de Mérida. Modesto, cuida su privacidad, gusta del anonimato. No tiene Facebook, dice, porque “todavía no está preparado”, aunque se extiende explicando un programa de enseñanza de lengua maya que compartiría en el Facebok que se hará no ahora, quizá cuando “termine la Maestría”.
Una de las experiencias más edificantes que todavía lo inspiran fue un periodo que vivió en Estados Unidos, en Portland, donde trabajó como mesero y fue ascendiendo hasta “los alimentos fríos”, lo cual en el contexto es un gran avance.
Recuerda a su patrón, un estadounidense, quien solía conversar mucho con él y lo animaba a superarse. “La situación de pobreza que haya uno vivido es pasado. A dónde quieres llegar. Qué quieres hacer de tu vida, eso sólo depende de ti ahora en adelante”, solía remachar el estadounidense, un simpatizante de los mayas. “¿Es maya? ¡Entonces es bueno! ¡Es inteligente, es trabajador, es honesto!”, solía afirmar el estadounidense con convicción y contrataba a cuantos podía.
Como muchos emigrantes, durante su estada fuera de su tierra natal Felipe Castillo logró construirse una casa propia en los tres años que estuvo fuera del país y durante una visita a su natal Dzan, tuvo que quedarse definitivamente a causa de una cirugía.
Más tarde, ya titulado Licenciado en Lenguas Modernas (LLM, que muchos leen como Licenciado en Lengua Maya), comenzó a analizar con más conciencia las palabras y como mayahablante ha dedicado mucha energía para diseñar y ensayar métodos de enseñanza de la lengua que pone en práctica gracias al contexto de su trabajo.
Después de su primer premio quedó motivado a seguir escribiendo y su preferencia es el popolt’aan, es decir, la narrativa en lengua maya. Y le gusta tratar sobre todo los temas polémicos, difíciles, trágicos (u talamil u kuxtal kaaj, dice).
Su obra ganadora este diciembre se llamó Kisin Yuum K’iin, que él tradujo como “El sacerdote malvado”, pero bien entendido en lengua maya también puede leerse “el cabrón sacerdote”. Narra, según entendimos entre líneas, una historia actual en la que el sacerdote ama demasiado el dinero).
“La poesía no me gusta mucho”, admite el actual Coordinador de traducción e interpretación: Departamento de “Lengua y Cultura Maya del Indemaya.. Pero admira a sus iguales que escriben y componen textos muy elaborados usando recursos técnicos más complejos como las metáforas y las sinonimias. “El escritor es el único que sabe dónde quiere llegar”, opina. “Uno puede trabajar en cierta obra y concluida dar por concluida su etapa como tal, pero hay otros que miran siempre hacia delante y siguen porque su meta todavía queda lejos”, indica.
Pienso, dice, que “un escritor debe tener la capacidad de mirar su infancia y valorar de nuevo todas las cosas, las personas, su contexto. Debe tener la sensibilidad de escuchar las voces de las cosas y de las personas porque sólo así puede reflejar su cultura y puede ser leal a sí mismo y a sus textos”.
“A mí me gusta leer e identificar las ideas que son ‘mayas’, los pensamientos que son ‘mayas’, señala. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con que se diga malo’ob k’iin por “buenos días”. Nuestra expresión maya es bix a beel, cuyo significado es más amplio, que no se limita sólo al día o a las horas, sino a tu estado anímico, a tu vida en general.
Ser un “recopilador” de historias no es malo, dice Felipe Castillo quien cosechó su primer premio en 2006, el Primer Lugar en la categoría en Narrativa en Lengua Maya en los V juegos Literarios Nacionales de la UADY (en 2009 se adjudicó el tercer lugar). No me avergüenza cuando debo hacerlo pero no puedo suprimir a las personas que me las cuentan. Por otra parte, me daría mucha vergüenza que alguien me sorprendiera con una historia “robada”, confiesa. Porque es práctica común llegar a un sitio, interrogar a las personas y escribir las historias como si fueran propios.
¿El futuro? Seguir trabajando en la enseñanza y en la promoción de la cultura maya, en la escritura. “Tengo muchos textos, textos breves que hablan de cómo vive el pueblo maya”, comenta pero aclara que es para su futuro Facebook… Como profesor tiene muchos proyectos en mente y las realiza paso a paso mientras cursa el tercer (de cuatro) semestre de su maestría en Educación en la ciudad de Mérida.
En 2006 ganó el Primer Lugar en la categoría en Narrativa en Lengua Maya en los “V juegos Literarios Nacionales de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY)”, con la obra “Táanxel kaajile’ ku chíimpoltal maaya kaaj, ma’ je’ex tu lu’umile’ (La cultura maya es respetada en otros lugares, no como en la nuestra). Asimismo, el segundo lugar en el concurso estatal “Cuento Corto en Maya” (Indemaya) con “Juntúul máak k’éex u tuukul tumen taak’in” (El hombre que cambió por el dinero).
En 2009 se adjudicó el Tercer Lugar en Narrativa en Lengua Maya en los “VIII juegos Literarios Nacionales de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY)”, con la obra “U Pusi’ik’al Maaya Wíinik” (El Corazón del Hombre Maya) y en 2011 el Primer Lugar en Narrativa en Lengua Maya en la Bienal Nacional de la Literatura Instituto de Cultura de Yucatán (ICY)”, con la obra “XTs’ak yaj – La Yerbatera”.
Felipe Castillo donó a elchilambalam.com tres libros: U áanalte’il u tsikbalil ts’aak (Manual de frases médicas), T’aano’ob yéetel u yoochelo’ob (Vocabulario ilustrado. Bilingüe) y la novela corta Ix Ts’akyaj (La yerbatera).