Preservan la cultura maya por medio de la música

El coro de niños en agosto pasado

El coro de niños en agosto pasado

Inspirar a un niño a querer ser algo en la vida, que descubra que es valioso y haga las cosas por sí mismo es una gran satisfacción, y en nuestra trayectoria como director de canto del coro Yidzatil Kay de Dzidzantún tenemos muchas satisfacciones de este tipo, afirma el profesor Eduardo Zarracino Castellanos, director artístico del Centro Cultural San Francisco Tzacalha A.C. desde hace 10 años.

Un ejemplo muy reciente afianza sus convicciones. El más pequeño del coro había participado en tres eventos y todavía no daba el paso de cantar solo. La sorpresa ocurrió en un concierto ofrecido hace mes y medio en el Museo Maya de Mérida: el pequeño César Jesús Poot Xool, de nueve años, de Yobaín, tomó de pronto el micrófono y bajó a los pasillos a cantar entre la gente. “Todos nos quedamos sorprendidos”. El salto estaba dado.

En general, cuando llegamos a un evento, la gente espera a un niño tímido e inseguro pero pronto son desmentidos porque en el escenario aparecen niños desenvueltos y con aplomo que cantan en italiano, latín y lengua maya, señala el maestro Zarracino, quien fue alumno del hoy extinto Enrique Jimeno, maestro de muchos cantantes de renombre, de quien aprendió una sólida técnica vocal y aprendió a cantar diversos géneros.

En un homenaje en Dzidzantún

En un homenaje en Dzidzantún

Esta es una buena manera de fomentar comunidades mediante la música. Actualmente, Zarracino trabaja con seis comunidades en donde recluta a niños y fomenta en ellos el gusto por la música, los disciplina y les abre nuevos horizontes. El fruto está a la vista. Diego Alejandro Manrique Azcorra, quien se integró al coro cuando tenía 11 años, es hoy un veinteañero que cursa estudios en la Facultad de Música de Xalapa, Veracruz, y su trayectoria es promisoria. Los sacrificios valieron la pena, porque para asegurarle un lugar en la Facultad de Música (muy disputada) la Fundación le financió diez meses de preparación en la capital veracruzana y le pagó profesores privados de solfeo, de piano y de idiomas. Un esfuerzo que sí fue bastante caro pero bien recompensado, porque el joven es hoy una promesa que puede perfectamente desempeñarse como concertista de piano o cantante tenor. según han informado sus mentores.

Nacido en Paraíso, Tabasco, Zarracino llegó a Dzidzantún de mano de su esposa, Isabel, que forma parte de la familia Ruz Sosa. Antes, el tenor radicó 15 años en el Distrito Federal y trabajó fuerte con el maestro Enrique Jimeno de quien aprendió su actual técnica vocal. Jimeno es muy conocido en el medio porque fue maestro de Gualberto Castro, Eugenia León y Lupita D’Alesio, entre otros. Con Jimeno, Zarracino aprendió las técnicas vocales que hoy hereda a los niños de las comunidades.

Nuestro trabajo con las comunidades incluye fomentar el amor a lo suyo, a hablar su lengua, a enorgullecerse de lo que son, señala el maestro. En las poblaciones, dice, hay niñas que se niegan a usar ternos o hipil; quieren salir al escenario con modelos de ropas que ven en la televisión. Y tiene que trabajarse para cambiar este enfoque de los menores.

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Niños mayas cantores

Pero por el otro lado está la impresión del auditorio. La gente no puede creer que un niño vestido de mestizo, proveniente de una población maya, salga al escenario entonando arias. Se preguntan por qué cantan arias si son niños mayas, y casi lo consideran una traición a sus raíces, señala.

En Mérida los padres llevan a sus hijos a los centros culturales; en el caso de Zarracino él y su equipo van a los niños. Su actividad abarca seis comunidades y el punto de contacto son las escuelas. Llegan, hablan con el director y hacen demostraciones de música, y así continúan todo el año.

En los últimos meses su atención está dirigida a fortalecer la Orquesta Regional de Niños lo cual representa mucho esfuerzo porque disponen de un maestro una vez a la semana (domingo), pero ocurre que los niños integrantes radican en seis comunidades distintas. Lo ideal es recibir ayuda de las autoridades: quizá gasolina o transporte para reunir a los niños en un solo punto, señala.

En la comisaría de Santa María, Cansacab, donde sólo hay 14 niños en la escuela, se ha logrado formar una orquesta jaranera, y siendo ellos mayahablantes se trabaja para que conserven su lengua materna.

Los niños del coro que dirige Zarracino comienzan su concierto con la lengua maya, luego pasan a la música mexicana, luego a la caribeña, la internacional y luego a las arias. Los niños, dicen, pueden cantar cualquier género sin menoscabo de sus tradiciones y el amor a lo propio.

Merecedor de premios en Estados Unidos, el coro Yidzatil Kay tiene una trayectoria notable desde su fundación. Recibió el premio internacional Casa Blanca en 1998 y realizó una gira en Texas en 2009 dando una serie de conciertos en escuelas. En 2010, viajó de nuevo en Estados Unidos con motivo de la exposición de 90 piezas mayas en el Museo de Arte Contemporáneo Kimberly.

Mientras tanto, la satisfacción de Zarracino lo tiene en una joven promesa que se educa en Xalapa, una clarinetista destacada y muchos niños disciplinados y atentos, y con proyección en la vida de querer ser algo.

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