Perro malix o perro fino: tienen un solo corazón, dice la poetisa Briceida Cuevas

Imagen tomada del libro de Briceida Cuevas

¿Es posible que en las tierras del venado (del yuk) hayan escaseado alguna vez los perros? Al cronista le gusta la idea porque en este escenario es posible comprender aquella historia sobre el Perro de cera (Lokok peek’).

Es Lokok peek un cuento de don Domingo Dzul. Unos hombres que fomentaban un villorio de tierras fértiles de pronto se encontraron solos y temerosos en la selva. Uno de ellos moldeó un pequeño can con la cera silvestre y se desangraba a sí mismo para alimentarlo. Para su sorpresa, el perrito cobró vida y fue creciendo y se sintió seguro con la compañía del pequeño animal. Los hombres se sintieron seguros. Lokok peek’ cazaba para su amo y cuidaba de él. Pero no dejaba de crecer y un buen día se le acabaron los venados y devoró a un hombre.

Los hombres temerosos huyeron del sitio en un descuido de Lokok peek’. Un jmeen lo redujo y lo encerró en una pirámide para siempre.
Cuando Lokok peek‘ corría para alcanzar a los hombres que huían de él, que lo abandonaban, varias veces les gritó:
–¡Amo, no me dejes! ¡Tú me hiciste!

El maltrato a los perros es una práctica común en los pueblos, en la casa y en la calle. La expresión de “lo trataron a uno tan mal como a un perro” lo dice todo.

En la Península de Yucatán, nadie como la poetisa Briceida Cuevas Cob ha sabido retratar la tragedia de un perro en el pueblo.

En uno de sus primeros poemarios,  U yok’ol auat pek’ ti’ u kuxtal pek’ (entendido como “el significado de llanto a gritos en la vida del perro), habla de la existencia de una perra hembra, malix, es decir, que no pertenece a ninguna “raza”.

Consta el poema de nueve cantos breves, imágenes crueles, palabras incisivas de la poetisa que denuncia una realidad siempre presente donde habemos hombres.

Y como diría la poetisa: “Perro, préstale tus colmillos al hombre para que se muerda la conciencia”.

A continuación, una selección de versos contenidos en el poemario. Descarga AQUÍ para leer completo.

1.

Es una perra común.
Nunca deseó rizos en su piel,
ni una cola de ardilla.

No entiende su nombre,
pero a veces se lo escriben en la cabeza con una leña.
A veces en sus patas, con una piedra.
y otras, en su vientre con patadas.
A veces con la mirada de desprecio de la gente.

3.

Alguien se calzó la maldad
y entró al templo.

¿Para qué se reúne la gente
si en cada uno de ellos sopla la noche?

La hipocresía se persigna,
y con ello se ha tranquilizado pecho y rostro.
El rencor reza
y con sus rezos se muerde los labios.
La mentira camina de rodillas.
Risible, se golpea el pecho.
Una señora trae muchas velas,
trae en brazos un gran manojo de flores.
¿Hacia quién dirigen su amor?
¿A quién le rezan?
¿A quien se encomiendan encarecidamente?
¿A quién le lloran
si ninguno ha reconocido a Dios
hecho a imagen del perro,
al que apedrean apenas lo ven a la entrada del templo?

4.
Perro malix,
perro fino.
Tienen un solo corazón…

……

Y tú
te figuras que anda tras de ti por el hueso que no quieres dejar.
Ignoras que este perro
es la muerte que persigue tus huesos.

5.

Se cree que los perros aúllan cuando ven al demonio.
…..
Pero el otro
es un perro que cuenta a las estrellas su sufrimiento.

6.

¿Quién ofrece tortillas duras con la mano izquierda
y enseguida extiende la derecha para golpear ?

Perro, que no abandonas a tu dueño.
Perro, que no muerdes a tu dueño.
Perro, que amas a tu dueño:
préstale tu lengua al hombre
para que también se babee
y humedezca la tierra
y siembre, como tú, el sentido de la vida.
Préstale tus ojos al hombre
para que mire con tristeza.
Préstale tu cola
para que la mueva con tu alegría
cuando le digan: ks, ks, ks;
para que la meta entre las patas con tu vergüenza
cuando le digan b’j, b’j, b’j.
Préstale tus narices al hombre
para que husmee la bondad que solo hay en las palmas del niño.
En fin,
préstale tus colmillos
para que se muerda la conciencia.

9.

Quedó preñada la perra.

Ha dado a luz sus crías.
Parió perritos malixes,
perritos que fueron repartidos en todo el pueblo.
Y ella comenzó a vagar por las veredas por las noches llorando lastimeramente.
Y se le enrojecieron los ojos,
y la persiguieron,
porque creyeron que había contraído la rabia,
pero no,
ella murió sabiendo que son los hombres quienes han enloquecido.

José Natividad Ic Xec

José Natividad Ic Xec es director de elchilambalam.com y mayapolitikon.com

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