Por Nicole GENAILLE *, enviada especial de El Chilam Balam en el Quai Branly. Fue leído en público el libro de José Natividad Ic Xec en la Sala de lectura del Museo del Quai Branly el jueves pasado 4 de diciembre. En el marco de la gran exposición Mayas. Revelación de un tiempo sin fin, dos invidentes, Pascale Isel y Mickaël Guillaume, leyeron en voz alta, en tinieblas, largos extractos de La mujer sin cabeza y otras historias mayas. Su enorme perro negro acompañaba a Mickaël: no, no era un wáay (un hombre transformado en un animal), sino los ojos de su amo…
El público, dos docenas de personas, con vendas en los ojos, entró en fila, cada uno la mano sobre el hombro del de adelante, guiados por otros dos invidentes, hasta su sitio a la gran mesa cuadrada al centro de la sala. Un cartel en braille de la dedicatoria del libro esperaba a cada uno de nosotros.
En un gran silencio, Valérie Pasquet, de la asociación Percevoir (Percibir), que organizó el evento, presenta rápidamente el libro y los lectores. Enseguida empieza la lectura. La voz suave y melodiosa de Pascale lee la dedicatoria: ya estamos en la misteriosa Tierra del Mayab, ya defendemos con el autor la verdadera cultura maya… Después, la voz grave y lenta de Mickaël da largos extractos del prólogo, y muestra la influencia decisiva de la abuela Tiburcia, la narradora de la niñez del autor. Entonces, Pascale pronuncia el acto de fe de José Ic: “los mayas todavía existimos”, y Mickaël concluye esa introducción con algunas líneas de los dos primeros cuentos, en armonía con el tema.
Los lectores entonces alternan su voz para presentar según el orden, nueve de las 27 historias del libro, algunas completas (La mujer marcada con la muerte, Un sabor a siglos, Compasión maya), de otras largos extractos (Mi padre iba a ser un wáay, El jmeen que tuvo miedo), una vez más brevemente (El misterio de las víboras). Le gusta mucho a la traductora esa selección, porque da buena idea del aspecto íntimo del libro: con la familia de José Ic, de los varios temas, de los elementos misteriosos del Mayab (los vientos malignos y el mal de ojo, los espíritus del monte y los wáay), y también los lugares más importantes, Peto y sus alrededores, o Tabi. La lectura duró casi una hora, sin embargo el silencio profundo del público se prolongó después, como si la oscuridad y el misterio de los textos aún nos abrazaban.
Sin vendas, pero en una penumbra íntima, empieza entonces la presentación del libro. Valérie, la moderadora, da la palabra a una servidora. La traductora habla con alegría unos veinte minutos. Agradece a los excelentes lectores, evoca la vida del autor, desde una familia mayahablante hasta sus estudios en Mérida, explica cómo su “espíritu maya” “un buen día dio el salto sorpresivo de la hamaca del olvido”. Habla también de su encuentro con el autor, primero a través de El Chilam Balam, después por una clase de maya, en fin con la propuesta entusiasta de traducir ese libro.
Y las preguntas llueven. ¿Qué son los wáay, qué es la milpa? ¿Son las fuerzas misteriosas del Mayab aún tan importantes en la vida de los mayas? Una servidora se refiere al libro de José, a sus varias conversaciones con él, al catálogo de la exposición. Preguntan si la lengua maya es tan diferente de la de Francia (varias personas piensan que el libro fue escrito en maya). Tenemos la suerte de que la arqueóloga maya Fátima Tec Pool, de visita en Europa, estuviera presente en el evento: dice algunas palabras en maya, y una servidora traduce con gusto su frase. Alguien se asombra de que el señal de la cruz sea mezclada con ritos mágicos, lo que nos conduce desde la Conquista hasta la Cruz maya, verde como la Ceiba.
El tema de la semana en el Quai Branly fue la accesibilidad del museo para personas con discapacidades, no solo invidentes. Una auditora pide las reacciones mayas en frente de discapacidades, y Pascale, la lectora, evoca al jmeen de Tabi, trasportado a la milpa “sobre una camilla de maderas”. La misma auditora quiere entender mejor el título de La mujer sin cabeza (no fue leída la primera historia que da su nombre al libro). Así como varias personas en el público, ella quiere comprar el libro…
Valérie Pasquet, la moderadora, puso de relieve la buena composición de las historias, sus bonitas conclusiones, que dan el sentido de un mundo entre dos tiempos, tradición y modernidad, una mezcla de inquietud y de esperanza.
Fátima Tec Pool no podía entender la conversación en francés, pero le dio gusto escuchar (bien pronunciadas, dijo) las palabras mayas, los wáayes, los yuumtsilo’ob (espíritus maestros del campo), y también el nombre del autor y del Mayab. Estuvo muy contenta de la abundancia de preguntas. Claro, tantas preguntas le gustaron también a la traductora, que recibió después varios cumplidos por su presentación. Y la conversación duró tanto que casi fuimos encerrados en el museo…
Después del evento, una servidora tomó un taxi para volver a su casa lejana. Estaba tan feliz que platicó mucho de la lectura con el taxista y éste estuvo tan interesado que va a ¡regalar el libro a su madre para Navidad!
Toda esa noche permitió que gente de París, gracias al libro de José Ic, y gracias a esa lectura emocionante, conozca mejor a los mayas de hoy: según la traductora, fue un gran éxito. – Nicole Genaille es también la traductora al francés de La mujer sin cabeza.