POR LÁZARO KAN EK. El sistema de comunicación de nuestros pueblos más antiguos, según cuentan nuestros abuelos, es parte de una técnica de organización del lenguaje; algunas formas persisten hasta al día de hoy en comunidades pequeñas, aunque están siendo desplazadas por los teléfonos celulares.
1. La técnica del Jub o caracol se usa por las personas o familias que ofrecen un producto en venta en la comunidad: carne de venado, jabalí, cerdo o algún otro producto relacionado con los alimentos; quien usa esta técnica toma el caracol y lo sopla fuerte en la puerta de su casa cierto número de veces, para dar a entender el producto que se promociona. El pueblo sabe que si se sopla cinco veces es jabalí o algo de poco valor; si el caracol se sopla sólo tres veces es venado o la mejor carne.
La técnica del Jub es ritual y sagrado: sirve para invocar a los Yuumo’ob “dioses” durante las ceremonias del ch’a’a Cháak; siempre se sopla por lo menos en tres ocasiones durante la ceremonia que son el principio, durante y al final; es el sonido que identifican nuestros Yuumo’ob como llamado, como convocatoria, como invitación, como plegaria.
2. La técnica del jóonk’ab o nóomk’ab consiste en juntar las palmas de las manos dejando un hueco entre ellas y soplar: se producen varios tipos de sonido según el ahuecamiento de las manos juntas y el soplo; la usan los cazadores principalmente cuando se convocan para ir a lo que se conoce como p’uuj o batida. Es ésta una especie de peinado a cierta área de monte donde se resguardan los venados. Alguien necesitado de ir a la cacería ya sea por un día o por una semana, sale a la puerta de su casa, hacer el jóonk’ab e inmediatamente comienzan a llegar otros que se unen a la propuesta.
3. La técnica del awat, es un grito muy fuerte que se hace en el centro del pueblo para hacer saber que hay alguna noticia para la comunidad, que los demás vecinos deben reunirse inmediatamente para que se les informe o consulte; muchas veces es la visita de alguna persona que viene de otro lugar y quiere solicitar algún beneficio al pueblo o hacer estudios del lugar o quizá un funcionario que vino a informar sobre algún programa público o quizá un pequeño vendedor ambulante.
4. La técnica de Cháach xíiu o manojo de ramas consiste en dejar un atado de ramas en una encrucijada del camino para indicar el rumbo en el que la persona se ha ido, previa advertencia al que debe hacer la observación de la rama; sirve también para indicar no sólo rumbos sino horarios vencidos, como para decirle al receptor ya me fui, no tiene sentido llegar al lugar al que vas (por lo regular a la milpa, al lugar de la cacería o al kajtalil, que hoy llaman parcela).
5. La técnica del Ch’ikbil tuunich tu káap che’ es dejar encajar una piedra de más o menos un kilo en las horcajadas de un árbol grande para indicar que se transita en el camino; esta técnica se usa para lugares en los que no existen caminos, en el corazón del monte; indica más bien el camino a seguir, en una especie de columna de árboles de más o menos un kilómetro de distancia entre uno y otro tienen una piedra clavada que denota el rumbo correcto para transitar de un pueblo a otro o de una parcela a otra; esta técnica le servía a comerciantes de licor clandestino así como a cazadores en la sabana o en el petem.
6. La técnica de Toojol es parte fundamental de la organización de la comunicación y lenguaje de nuestras comunidades más antiguas. Consiste en elegir algun a jóvenes que pueden correr velozmente y sean discretos, para dar avisos a los pueblos o comunidades vecinas por medio de su par o colega del pueblo correspondiente sobre algún peligro que se aproxima (huracanes, langostas, los incendios, enfermedades, conflictos violentos o guerra).
Su función es llegar lo más pronto posible al otro aj toojol de la siguiente comunidad para dejarle el mensaje, lo cual implica que debe debe ser conocedor experto del área geográfica, pues no siempre puede transitar los mismos caminos, según sea la situación.
Debe ser maestro del lenguaje y no sólo de la lengua, debe saber comunicar con todo lo que sea posible, o sea en clave hermenéutica, pues los mensajes no siempre deben ser captados por el resto de la población por seguridad de la misma comunidad; es importante evitar pánicos innecesarios o poner en riesgo el destino de la información.
Según el historiador de tradición oral, don Felipe Uc, abuelo que vivió la experiencia de los aj Toojol en las haciendas henequeneras del noreste de Yucatán, a finales de 1800, cuenta lo que le cuenta su padre y abuelo sobre los ajToojol: son los medios más veloces y secretos de comunicación desde antes de la llegada de los ts’uules, dueños de las haciendas; sin embargo, esa técnica fue útil también a los hacendados de Yucatán , con la variante de que el aj Toojol estaba colonizado plenamente por el ts’uul de la hacienda.
Cuenta una anécdota que le tocó vivir: en la comunidad había un joven muy temeroso a los seres de otra dimensión como los aluxes, la xTabay, los Wáay, los ajPixan. Entraba siempre muy temprano en la noche a su casa a dormir por temor a encontrarse con algo que lo asustara; como esta situación es conocida por todo el pueblo, el aj toojol oficial del pueblo le pidió a la autoridad hacerle una broma al joven temeroso, nombrándolo por una noche como sustituto para llevar un mensaje al pueblo vecino, a fin sufrir y enfrentar su propio miedo. La autoridad consintió sumándose a la diversión de la broma, e hizo traer al joven miedoso y le hizo la encomienda, y por más que éste puso excusas no le fue considerado porque la entrega del mensaje era urgente al siguiente ajToojol del pueblo.
Entonces decidido a morir, el hombre miedoso tomó una coa y salió corriendo a cumplir la fajina; a la salida del pueblo estaba el pequeño cementerio, se dice por todo el pueblo que ahí salía un wáay peek’ que atemorizaba a quienes pasan a determinada hora de la noche, pero ese camino había que transitarlo para entregar con rapidez el mensaje que está siendo enviado.
Con la coa en mano listo para cortar cualquier cabeza, se acercó el miedoso a ese rumbo, pero cuando estaba a punto de atravesar ese peligroso espacio, una sombra como de un toro grande se atravesó en su camino pegando un grito feo asustándolo tanto, que con la fuerza de su miedo, dio el manotazo con la coa, al parecer vio desplomarse el horrendo ser que le impedía el paso.
Al regresar a dar el aviso de lo sucedido, las autoridades vieron que era el ajToojol oficial que se había disfrazado de toro para asustar al joven miedoso, su cabeza yacía a un metro de su cuerpo, el corte certero en la garganta lo había separado de su cuerpo.
Estas anécdotas confirman lo conocido y común que era este sistema de comunicación a través de los ajTojoolo’ob en las comunidades y sobrevivió hasta la época de las haciendas. Fue muy utilizada por los pueblos rebeldes resguardados en la montaña para dar aviso de la cercanía y amenaza de las empresas conquistadoras o cazadoras de mayas libres para vender como esclavos, mismos que se negaban a la evangelización de los conquistadores que los concentraban en regiones o pueblos bajo su dominio, lo que algunos historiadores llaman reducción.
Las fiestas de las comunidades mayas se enriquecían con representaciones teatrales de situaciones trágicas, eróticas, familiares, sociales. Enfundados los personajes en exóticos atuendos, exhibían las costumbres extrañas de los españoles, principalmente sus moralismos contradictorios. Uno de los temas favoritos es precisamente el de los aj Toojolo’ob, de los cuales se hace parodia.
En una diversidad de disfraces, se representan las dificultades, las osadías, o las desgracias que enfrentaban personajes importantes en los pueblos; estas fiestas vivieron durante la colonia hasta el día de hoy; la representan algunas comunidades con una distorsión muy fuerte, impactada por la prohibición de los balts’am u obras de teatro; los hacendados se sintieron agredidos por la sátira, parodia e ironía de dichas representaciones y los persiguieron hasta debilitarlo, hasta su reducción a eventos desconectados con sus raíces, aparentemente sin mucho sentido, que algunos pueblos hacen el día de hoy.
Entre las distorsiones que sufre la lengua maya y particularmente, la fiesta del balts’am, está el nombre de los personajes que representan los cuadros; por racismo, discriminación o incapacidad para una pronunciación correcta del maya o simple ignorancia, han cambiado los nombres de los aj toojolo’ob a xtooles, que es el modo clásico de castellanizar términos mayas en plural, pasándolos al plural español que termina en “s” cuando en maya la terminación del plural es siempre el “o’ob ”.
Toojol es un verbo y se puede traducir como alertar, avisar, espantar. Es un término que se usa hoy reducido a funciones desconectadas a aspectos sociales y políticos, lo han despolitizado, le han robado el alma; se usa actualmente en la cacería de p’uuj, es tarea de un perro, pero no necesariamente de un hombre; es el perro que va en busca del venado durante el p’uuj o batida, para encontrarlo, ladrarlo, alertar, avisar, mensajear que ya ha encontrado en determinado lugar, al venado, para que su amo, el cazador llegue a darle muerte.
En maya, algunos verbos se sustantivan como es el caso de toojol como verbo, pero se convierte en sustantivo cuando se antepone el prefijo “aj” como indicador de masculinización; cuando alguien hace el toojol se convierte en ajToojol, el que avisa, el mensajero, el alertador, el que comunica un peligro que se aproxima, una buena noticia o un secreto que debe ser transmitido por su par.
Un caso típico es el del término ajMeen, nombre que se le da a los sacerdotes mayas; muchos desconocedores de la lengua maya o discriminadores usan el término xMeen como equivalente; el error o distorsión es enorme: la “x” es un prefijo indicador femenino en maya, y el “aj” es un prefijo indicador del masculino; en la Península de Yucatán no hay sacerdotisas mayas, es una función de los varones que no significa machismo, si esto predispone a alguna corriente feminista.
Cuando se hace la extrapolación de ajToojoles a xTooles es cuando menos un error garrafal, es históricamente una discriminación y humillación a la lengua maya; uno de los modos de menospreciar a un varón según la cultura occidental aquí en Yucatán es anteponerle el prefijo “x” a su nombre como xPedro, xJosé o xAlberto, para bajarlo a la categoría de mujer, lo cual es ya una baratija según este paradigma colonizador.
Eso es lo que ha sucedido con el término ajToojolo’ob que hoy le llaman Xtools: es la victimización y ridiculización de nuestra lengua maya, o más bien es la colonización españolizada de nuestra lengua para eliminar la historia y significado que lleva en sus entrañas, en su calendario, en sus días y en sus canas.
Con esa medida, se mata una raíz que le sirvió al abuelo Can Ek para organizar su lucha, así como a Cecilio Chi y a otros abuelos que tuvieron el corazón en par para enfrentar la dominación y evangelización del verdadero dios que se alimenta de oro y trajo la muerte en masa, necesario para adquirir ese nombre de dios todo poderoso, como lo dijera Saramago, “sin sangre no habría dios”, y a los mayas nos consta.
El resurgimiento de los ajToojolo’ob se hace imperativo hoy día ante los nuevos aplastamientos de nuestros pueblos mayas. Los mensajes caídos en los caminos, enterrados en las montañas, escondidos en las cuevas, blanqueados por la arena y sedimentados por el tiempo deben ser retomados por la dignidad de cada uno de nosotros como hijos de esta tierra, de cada mujer maya, de cada uno de los que vemos en esta fajina, una alternativa para nuestra libertad; llevarlo al hermano que espera pendiente nuestra palabra hecha memoria, esta palabra rebelde y secreta, esta palabra espiritual en clave hermenéutica que descansa debajo de las piedras, en los viejos árboles que guardan la historia en su regazo.
Los dioses hacen correr la palabra desde el bolontik’uj, tenemos el reto de llevarla hasta el oxlajuntik’uj para dibujar el arco iris de nuestra esperanza; son días de ajP’uuch, el ajToojol por excelencia.