Cuando los “indios” lo podemos todo: historia de una convocatoria “literaria” desesperada

Por Janil Uc Tun, escritor y dramaturgo

Hernán Cortés escribió cinco cartas dirigidas al emperador Carlos V, llamadas Cartas de relación, donde reportaba los acontecimientos ocurridos durante su expedición a América y donde solicitaba, entre otras cosas, recursos y frailes para continuar con su conquista. Desde eso, la tierra ha dado cerca de quinientas vueltas al sol y, por supuesto, Hernán Cortés volvió a ser polvo en la tierra.

Sin embargo, durante ese tiempo, pasaron cientos de acontecimientos que, desafortunadamente no resultaron mostrar un mundo mejor para los pueblos indígenas que aquí se apostaban desde muchos siglos atrás. Además de ser perseguidos, asesinados, forzados a trabajar, a olvidar, a aprender una lengua distinta, a pelear en guerras que no les pertenecían, a ser tratados como animales, a ser considerados ignorantes, incestuosos, piojosos, salvajes, “monitos”, a ser integrados a la educación, a ser estadísticas, a ser llamados violentos, alcohólicos, pobres, entre otras, también se nos consideró, finalmente, mexicanos. Pero indios. Es decir, mexicanos, pero indios (¿qué otra opción le quedaba al gobierno de la república?).

Hay quien dirá que todo eso es cosa del pasado. Que se dejó hace muchas vueltas de la tierra el racismo y que los indios tenemos las mismas oportunidades que cualquiera. Además, para garantizarlo de esa manera, se inventaron, dependencias gubernamentales, así como programas de asistencia social e indígena que procuran que los indios nos desarrollemos como todos los demás, desde sus pueblos, y así puedan integrarse a la sociedad civilizada. Las instituciones vinieron a sustituir las cartas de los colonizadores por documentos oficiales llamados “oficios” y que conllevan, por supuesto, membretes, firmas y sellos que avalan la autenticidad las cuentas que en ellas se solicitan o se pagan.

No obstante, a través de la burocracia y de esos “oficios”, se lograron conseguir cosas, como por ejemplo, las “escuelas de educación indígena” (que por cierto apenas llegan al nivel primaria ¿será porque los indios no podemos estudiar después del sexto grado o es porque para el sexto grado ya debemos dejar nuestra lengua atrasada y haber adquirido la lengua oficial?), pero después de eso ya no hay más educación para los indios. Ah, pero no se acaba ahí (no nos dejarán morir de hambre, ¿O sí?). También existen becas, existen programas que ponen “piso firme”, existen “programas de desarrollo”, “programas de rescate cultural”, “estímulos”, “talleres”. Existe SEDESOL, PACMYC, INDEMAYA, y más.

Las instituciones vinieron a sustituir las cartas de los colonizadores por documentos oficiales llamados “oficios” y que conllevan, por supuesto, membretes, firmas y sellos que avalan la autenticidad las cuentas que en ellas se solicitan o se pagan.

Y hay dinero. Sí. Lo hay. Cada año el país destina parte de su presupuesto a este tipo de programas, así como cada Estado, pero ¿por qué? Para empezar, somos muchos indios (Imagínense, después de 500 años no pudieron acabarnos, ni “integrarnos”, ni segregarnos lo suficiente para deshacerse de nosotros, ahora ya se chingaron porque si lo hicieran, podrían ser tachados de genocidas, pero esa es otra historia). Además, ciertos científicos sociales nos comenzaron a prestar atención y comenzaron a vernos como una fuente de trabajo (y seguramente también como seres humanos valiosos) y nos entrevistaron, nos grabaron, nos nombraron, nos preguntaron, nos dijeron, nos pesaron, nos midieron, nos alimentaron, nos aconsejaron, nos pidieron, entre otras cosas. Por otro lado, nuestro gobierno nos vio como una fuente de ingreso (¿saben cuánto dinero entra al país anualmente por el concepto de turismo?).

En fin, después de todo este prólogo extenso, aburrido e innecesario, quiero comentar la nueva del gobierno de la república es una convocatoria que creo que es pertinente llevar a la reflexión y lo haré a través de un cuento breve que dice así:

Cuatro hermanos, a quienes su madre les dejaba todos los días más del dinero suficiente para que ellos puedan comprar la despensa, pagar las cuentas, hacer la limpieza y preparar los alimentos para todos mientras su madre trabajaba; estaban acostados en sus respectivas hamacas viendo pasar las horas, cuando su padre los mandó a llamar desde su respectiva hamaca para decirles que era momento que hicieran algo productivo. Naturalmente los hermanos no entendían qué era lo que su padre quiso decir con eso, así que simplemente lo ignoraron.

Los días pasaron y su padre los volvió a llamar y les dijo: “hijos, si quieren llegar un día a ser como yo soy, así de fuerte y soberano, tendrán que aprender que uno no puede ir por la vida solamente robando y holgazaneando”. Los cuatro hijos se sintieron perplejos por las palabras inverosímiles de su padre, hasta que uno de ellos acabó con el silencio y dijo: “padre, lo que nosotros hacemos es seguir tus enseñanzas. No entiendo qué quieres decir”.

El padre respiró hondo y dijo: “hay que cambiar, para que todo siga igual”. Ninguno de los cuatro hijos lo entendió y volvieron a quedar perplejos, hasta que otro de los hermanos dijo: “padre, se está haciendo de noche y tenemos que ir a revisar el bolso de nuestra madre para ver si hay dinero. Dinos ya qué es lo que quieres decir.”

El padre zapeó cada una de las cabezas de sus hijos y les dijo: “si se la pasan robando todo el día, su madre acabará por darse cuenta y, además de dejar de darles su gastada, también les exigirá cuentas. Miren nomás toda la casa está vacía. No hay latas de conserva en la alacena, el piso está mugroso, no hay electricidad y los muebles están inservibles. ¿Quién es el responsable? Ustedes.

Otro de los hijos dijo: no es nuestra culpa padre, tú nos dijiste que estaba bien hacerlo y el dinero ya nos lo gastamos.

No obstante, a través de la burocracia y de esos “oficios”, se lograron conseguir cosas, como por ejemplo, las “escuelas de educación indígena” (que por cierto apenas llegan al nivel primaria ¿será porque los indios no podemos estudiar después del sexto grado o es porque para el sexto grado ya debemos dejar nuestra lengua atrasada y haber adquirido la lengua oficial?)

El padre respondió: está bien robar, está bien mentir, está bien matar, pero tengan en mente que, si abusan de su poder, su madre dejará de confiar en ustedes. Y si ella deja de confiar, los va a hacer a la calle. No los culpo, a mí me llevó años aprender, pero lo hice, sino no estaría aquí como la cabeza de la familia, diciéndole esto a ustedes.

Entonces el último de los hijos dijo: ¿Y qué hacemos entonces? Ayúdanos.

El padre dijo: juntemos todos un poco del dinero que tenemos. Vendamos lo que podamos y robemos a quien se deje robar para darle a su madre un regalo. Esperemos que así no note todo lo que hace falta. Ahora saquen todas sus monedas, vacíen sus bolsillos, presten si no pueden robarlo.

Y así lo hicieron. Los cinco juntaron todo lo que pudieron y le compraron a su madre un lindo caballo de madera. Al llegar su madre, vio en la puerta su hermoso obsequio familiar y besó y abrazó a todos. Estaba tan contenta que ni siquiera notó todo lo que faltaba en casa, en parte porque era de noche y porque, según su esposo, hubo una falla eléctrica en la central y estarían sin luz durante varios días. La madre entonces les dio a todos, incluyendo a su marido el mandilón, un bono económico para que no tengan que volver a escatimar en gastos cuando planeen volver a darle otro obsequio.

Así como en el cuento, la Secretaría de Cultura de Campeche, el Instituto Estatal de Cultura de Tabasco, el Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo, la Secretaría de la Cultura y Artes de Yucatán, y la Secretaría de Cultura del Gobierno de la República, a través de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, con el propósito de difundir las oralidades de la comunidad maya, crearon la “PRIMERA RECOPILACIÓN REGIONAL DE RELATOS ORALES EN LENGUAS MAYAS”. Con el objetivo que reunir en un solo documento “relatos, crónicas urbanas o rurales, relatos tradicionales, cantares, plegarias, conjuros, historias de vida de personas de la tercera edad de la comunidad”. Esto con el objetivo de justificar una responsabilidad fiscal con su madre, quien solían mentirle y robarle todo el tiempo, es pues, el caballo de madera.

Luego la convocatoria dice: “El texto deberá presentarse en los siguientes formatos: 1. Archivo de audio, 2. Transcripción del texto y 3. Transcripción de versión en español. Los textos deben ser entregados en formato electrónico en archivo Word.” ¿recuerdan que los hermanos habían vendido todos los inmuebles de la casa y que no había electricidad? Para empezar la convocatoria está en español. Luego, la probabilidad que un hablante de lengua indígena tenga el interés en la escritura creativa en su propio idioma es sumamente escasa (gracias Programas de Desarrollo, gracias escuelas de educación indígena, gracias racismo institucional, gracias racismo social, gracias oportunidades laborales, gracias Diego de Landa, Gracias Hernán Cortés, gracias familia Montejo, gracias). Y no basta con el relato mismo, además hay que ser un buen traductor y tener dispositivos electrónicos para grabar y escribir. Seguramente habrá una buena recompensa.

Digamos que logramos escribir, traducir y grabar en menos de dos meses (es lo que dura la convocatoria), pero luego miren: “Los autores, transcriptores y traductores de los trabajos seleccionados deberán ceder los derechos patrimoniales de su obra a la Secretaría de Cultura de Campeche para su publicación, en los formatos que se consideren convenientes. A los autores, recopiladores y personas entrevistadas se les dará un número de ejemplares a determinar considerados como pago de regalías”. ¿No les parece un robo más? ¿solo regalías por todo ese trabajo?

Y se pone mejor, porque al final, está el apartado de premios: “Publicación de los trabajos seleccionados en un libro colectivo”. Y “Diploma de participación y un porcentaje de ejemplares publicados.” Ah, pero “Tanto el diploma como los ejemplares serán entregados en una ceremonia oficial en la ciudad de Campeche, Campeche, cuya fecha se establecerá una vez terminada la producción del libro. Los costos de traslado, hospedaje y alimentación correrán a cargo del Programa de Desarrollo Cultural Maya.”

Los indios lo podemos todo. Trabajamos, nos roban y nos escupen en la cara con un caballo de madera. Porque ese trabajo (que, por supuesto, es antropológico y por lo que se paga muy bien) no vale ningún tipo de incentivo económico, porque nuestro trabajo no vale el dinero del erario. Yo pregunto: ¿Qué oportunidad tiene un hablante de lengua indígena que solo tuvo la educación básica en su idioma para escribir, grabar y traducir textos en su lengua indígena (afortunadamente existen grandes creadores en lengua indígena, pero creo que de eso no tiene nada que jactarse el gobierno de la república) o ¿qué esperanza real en el campo literario tiene un hablante de lengua indígena que se interesa en la escritura creativa con premios tan vacíos? ¿Será que se gastaron todo el dinero los cuatro hermanos y el padre? Y lo más importante: ¿Qué va a decir la madre cuando sepa lo que hizo su familia? Les dejo con esas preguntas y la convocatoria para que la consulten ustedes mismos.– J.U.T.– Ticul, 13 de julio de 2018.

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