“Nuestros críticos escriben bien, pero nunca en su vida han sido productores ni han vivido al día como nosotros; hay días que no tenemos un peso tenemos en la bolsa y luego ¿cómo afrontamos la vida?Al respecto, Manuel Martín Castillo, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), afirmó que “la milpa ha sido generosa, porque se reproduce en ella esquemas parecidos al ecosistema, y quienes la trabajan saben que no deberán depender de un sólo cultivo, para asegurar el autoconsumo”. En la milpa no sólo se obtienen cosechas y se aplican conocimientos locales, reiteró Martín Castillo: son espacios donde los niños mayas reciben todas las capacidades para hacer producir la tierra, para ser autogestivo y que conozcan y convivan con su entorno. En cambio, los niños de la ciudad sólo reciben una formación urbana lo que significa que trabajar la milpa no es castigo, sino que de ahí se generan otras formas de aprendizaje de acuerdo a la cosmovisión maya. “El campesino sabe cómo funciona el mercado. Cuando hay mucha cosecha, bajan los precios y cuando no los hay suben los precios. El problema radica en entender cómo funciona este modelo de producción, y por otro asegurarle los elementos que les permita ser competitivo y que tengan el apoyo familiar. “Ante la situación actual hay que buscar opciones para aprovechar algunos nichos de mercado que tienen los productos orgánicos, porque hoy día, cuántos no desean contar con alimentos libres de químicos y que no sean transgénicos”, destacó el profesional. Luis Dzib Aguilar, de la Universidad Autónoma Chapingo, advirtió que la milpa y la semilla criolla se encuentran en situación muy grave, pues tienen ante sí el decremento de la calidad genética ante la incursión de otras variedades que son cultivadas sin analizar previamente su impacto, así como la disminución de la fertilidad de los suelos, las sequías y el uso intensivo de los suelos. “Ante eso los campesinos tienen claro los problemas que afrontan, y que a pesar de la falta de apoyos, de alguna manera, echando mano a sus capacidades y pocos recursos, han creado en los últimos 30 años una nueva variedad de maíz, el Naal Xoy, cuyos granos tienen ventajas similares a los otros materiales nativos de la península”, dijo Dzib Aguilar. Con el Naal Xoy los campesinos han resuelto de alguna manera parte de sus problema respecto a los rendimientos de los cultivos criollos, y de eso la Universidad Autónoma Chapingo está consciente, señaló Dzib Aguilar. Martiniano Pérez Angulo, maestro de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQROO), destacó que la institución está consciente de los problemas que afrontan los jóvenes. “Tenemos claro que muchos de ellos no terminan con sus estudios y tampoco saben y hacer producir, por eso nuestra Universidad cuenta con carreras profesionales acordes a nuestra región, como turismo alternativo, lengua y cultura maya, y la agroecología”. En el foro, la participación de la mujer fue clave. Margarita Noh Poot, de Misioneros, A.C., afirmó que la organización civil donde colabora tiene 17 años de estar trabajando con las comunidades mayas, y han apoyado la feria de las semillas nativas. “Durante estos últimos 11 años de estar organizando las ferias, hemos visto la recuperación de semillas que estaban a punto de perderse, y hemos registrado 20 tipos de semillas que se cultivan en las milpas”, indicó. [pullquote] No debemos perder nuestras semillas. Hay que trabajar con ellas para que nuestros hijos las conozca y sepan de sus bondades al ser cultivadas. Victoriano Valle Cetina. [/pullquote] “Las semillas son nuestras. No debemos perderlas y hay que trabajar con ellas para que nuestros hijos las conozca y sepan de sus bondades al ser cultivadas”, remarcó a su vez Victoriano Valle Cetina, de Tahdziú. Al final de la transmisión peninsular, campesinos y académicos hicieron varias propuestas sobre el maíz y las semillas nativas que son cultivados en la milpa. Sugirieron que los tres niveles del gobierno incentiven y respalden la milpa y las semillas nativas. Asimismo, que se busque las condiciones para que los jóvenes desarrollen capacidades que les permita mejorar sus condiciones de vida en el campo y generar estrategias para comercializar los productos de la milpa y del monte. Todos coincidieron en trabajar con sus semillas, no con los transgénicos. Promover la reflexión y las experiencias en torno al maíz y de la milpa maya y hacer el balance de los últimos 11 años de estar organizando las ferias en el territorio peninsular, fueron los objetivos principales. El evento se realizó el mediodía del viernes 24 de mayo, en coordinación con las organizaciones civiles mayas y el Programa de Desastres del Sureste de México del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD).– Bernardo Caamal Itzá.
El maíz transgénico no soporta la sequía ni el tiempo, dicen campesinos mayas
“Como productores, nos enfrentamos todos los días a varios obstáculos que tratan de impedir que hagamos nuestras milpas, como la falta de apoyos para que incentive lo que hacemos en el campo; y como estamos produciendo bajo el sistema de temporal, somos los primeros en afrontar los efectos del cambio climático”, señala Bernardino Canul Xix, uno de los productores que participaron en el foro Biix anik k ixi’im (Cómo está nuestro maíz).
En el foro que fue difundido a través de la señal de las radios indigenistas, XEPET (Peto), XENKA (Felipe Carrillo Puerto, Qroo) y la XEXPUJ (Xpujil, Calakumul, Campeche) y también por vía internet, Bernardino Canul afirmó acerca de la semilla (i’inaj): dicen que son improductivas y que debemos aceptar las que nos traen, pero en la práctica vemos que [estas segundas] no nos sirven porque hemos visto que no resisten la falta de lluvias o no se adaptan a nuestros suelos ni podemos almacenarlos por mucho tiempo, como hacemos con nuestra semillas”.
“Nuestros hijos afrontan los peores problemas al ir en la escuela. No los preparan bien y al fracasar en sus estudios, como no conocen lo que hacemos en la vida diaria, al final optan por emigrar a la ciudad y hoy tampoco encuentran trabajo ¡Cuántos problemas! Y lo peor es que somos hostigados por trabajar la tierra y por producir nuestros alimentos”, aseveró Canul Xix.
Añadió: “Nuestros críticos escriben bien, pero nunca en su vida han sido productores ni han vivido al día como nosotros; hay días que no tenemos un peso tenemos en la bolsa y luego ¿cómo afrontamos la vida? Nuestros ingresos dependen de la lluvias, por eso es injusto que se evalué la milpa sin considerar primero cómo la concebimos y trabajamos”.