Una exposición de fotografías de descendientes de luchadores de la Guerra de Castas ha reavivado la conciencia del espíritu de resistencia y de lucha de un pueblo orgulloso y consciente de la pérdida de su cultura ante el embate de la cultura de los hombres blancos (ts’ulo’ob).
Inaugurada la noche del jueves 4 en la galería del Museo de la Ciudad, en Mérida, la veintena de imágenes a todo color del fotógrafo canadiense Serge Barbeau está abierta al público hasta fecha indefinida.
Durante un recorrido este viernes en las tres salas que albergan los expresivos retratos, el cronista fotografió y leyó algunos detalles de la expo “Últimos testigos: Guerra de Castas 1847-20??” de Serge Barbeau, hasta que se asomó el guardia y amablemente le dejó en claro que no se pueden tomar imágenes.
Si las fotografías de Barbeau son verdaderas obras de arte, las palabras de los descendientes y testigos de los últimos años de la guerra social que asoló a los pueblos mayas, son verdaderas joyas que todo interesado en la cultura debiera acudir a leer y a fotografiar con una buena cámara (eso sí se puede).
La pérdida de la fe en dios, la pérdida de la escritura verdadera (que tiene círculos y rayas), de la música, de la virilidad (“hoy los hombres son como niños”), del acto de rezar y de coser a la manera del xok chuuy, son características del pueblo maya que se han perdido con el paso de los años, según estas personas que son la viva memoria de un pasado que se aleja cada vez más.
Pero lo más grave es la pérdida de la fe en Dios y la pérdida de la autonomía alimentaria, señalan algunos descendientes de los guerreros mayas en las entrevistas transcritas y que acompañan los retratos.
“Todo lo que sucede ahora está en el libro sagrado, profecías que ahora se están cumpliendo”, señala Agapito Ek Pat, de 83 años. “La ropa que se usa ahora, la situación económica, entre otras muchas otras cosas. ¿Ahora quién tiene llena su troje de maíz? Nadie, hay de todo pero si tienes dinero lo puedes comprar, ahora lo que traen los ts’ules (blancos) de eso dependemos y lo que traen los ts’ules eso compramos; eso es lo que decía Dios, que no podrán los ts’ules darnos todo como él lo hace”.
Asimismo, “dicen nuestros abuelos que la ropa que usamos hoy es prestada. El máasewáal (el maya) tiene su traje original pero ya no lo usa”, dice Gregoria Peña Canul, de 87 años, de Yaxley.
“Los trajes típicos ya no los usa nadie, ni los niños, ahora todos tienen traje de ts’uul (blanco) mi ropa está hecha de rejilla xpaj chuuy (deshilado), todas las ropas que usamos ahora son prestadas”, remarca Sabino Pech Angulo, de Tuzik.
“Ya nadie sabe costurar la ropa antigua”, afirma.
“Ya nadie sabe los rezos mayas, ya se olvidaron de nuestra cultura”, se lamenta Agapito Ek.
Pero no todo está perdido mientras el espíritu de rebeldía y de resistencia permanezca intacto. “El gobierno tiene miedo a los mayas, por eso nos quita ahora nuestras armas; nosotros guardamos nuestras armas hasta el día de hoy para cuando comience la guerra de nuevo. Entonces las sacaremos para defendernos porque los mayas existen hasta hoy”, advirtió el general Isabel Sulub May, de 83 años, natural de Dzulá.
Sobre la música, el abuelo Vicente Ek, de Yaxley (a quien el cronista se precia de haber conocido en persona) recuerda que “aun en los tiempos de guerra nosotros teníamos música en las iglesias mayas y en las trincheras; algunos nombres son Danza mayor, xKalan soon, Aires, Pich’ito, entre otros…
“Desgraciadamente he perdido la memoria ahora, no recuerdo muchas otras melodías que se utilizaban en los momentos de la guerra, pero siempre teníamos fiesta y música, danzas y comidas a pesar de la guerra que sostenían nuestros líderes contra el dominio de los ts’ules”, asentó.
“Recordar la guerra de castas por medio de estas imágenes y testimonios de los descendientes de los protagonistas de aquel conflicto, es una manera de reivindicar la lucha de quienes en el siglo XIX y aún en este siglo XXI no aceptan la opresión como forma de vida”, reconoció el alcalde de Mérida, Renán Barrera, en su alocución la noche del jueves. La obra “nos compromete como yucatecos y como humanos a mirar más allá de las manifestaciones que asumen lo maya como un folclor para mostrar ante el turista”, asentó.
No obstante, “conviene no quedarse en la pureza y la fuerza de los rostros capturados, [pues] en tanto no escuchemos sus voces, lo maya y los mayas no habrán penetrado en nuestra sangre”, dijo a su vez el director de Cultura, Irving Berlín Villafaña.
“Hacer de los mayas una marca, un producto, es el más temible desprecio a nuestro pasado y un penoso presagio de lo que será el futuro”, advirtió Felipe Ahumada Vasconcelos en el texto de presentación de la exposición.
Serge Barbeau, refirió según el boletín de la Comuna, quedó fascinado del tema de la Guerra de Castas durante el rodaje del documental “La Guerra de los Príncipes de la Lluvia”, en 2013.
En el evento estuvieron dos abuelos mayas, vestidos de blanco y con sus morrales de hilo de henequén, pero no tuvieron acceso a los micrófonos.