Martiniano Pérez Angulo es un maya, un músico maya que cuida su espíritu maya. O como dicen por esos rumbos de la montaña, un macehual genuino.
Lo conocimos a finales de septiembre de 2013 en su domicilio de José María Morelos, en el sur de Quintana Roo. Trabajaba con su computadora bajo un naranjo en un patio amplio de tierra cuando pegamos a la puerta de su casa.
Nos recibió con afabilidad pero sin aspavientos. Su esposa, una mujer de ojos claros que tejía a cierta distancia de su esposo, saludo discretamente y se metió a la casa para volver con un jarrón de naranjada que enseguida nos gastamos.
Bernardo Caamal Itzá, alias Arux Duende del Mayab, a quien el cronista acompañaba, le expuso el motivo de nuestra visita que es invitarlo a participar en el Festival Independiente de la Cultura Maya, con sede en Mérida, aunque la inauguración estaba pensada hacerla en Oxkutzcab. Sin pensarlo mucho Martiniano Pérez se comprometió a participar.
Ofreció el maestro su camioneta para llevar instrumentos y músicos, y quedamos en encontranos un día fijado en Tihosuco, donde muy de mañana homenajearíamos a Jacinto Pat, líder de la Guerra de Castas.
Fue éste el primer contacto con el fundador del grupo Tumben K’aay (Canto nuevo). Un servidor le regaló un ejemplar de su librito La mujer sin cabeza y otras historias mayas y él nos entregó una copia de su disco Suutusúutuk.
Una mañana en Tihosuco, después de una noche agitada en el Museo, nos despertó el retumbar del atabal que estaba colocado permanentemente a la entrada [acompañado de un tunk’ul]. Martiniano nos había sorprendido durmiendo. Saludó, se paseó entre las hamacas y se retiró a la plaza, junto al monumento a Jacinto Pat, donde el grupo de jóvenes músicos que dirige comenzó a tocar su música trepidante: atabales y tunk’ules, flautas, ocarinas, caparacho de tortuga y otros instrumentos inventados por ellos.
Más tarde, mientras desayunábamos tamales y arroz con leche en el corredor del Museo, el cronista conversó con él. Esencialmente hablamos de lo siguiente.
Mucha de su música está en internet y se ha enterado que hay gente que le ha copiado su disco y la distribuye. No le molesta, dice. La idea original es difundir y está bien. Si venden el disco pues tampoco es tan grave, aunque tiene un derecho reservado. Sin duda, nadie se hará rico después de todo pero en cambio se difunde la cultura maya.
No escribe en pentagrama porque no sabe. Ha pensado alguna vez aprender pero le ha ganado el tiempo y siente que ya no es momento. Comprende que debido a este detalle otros grupos musicales tocan su música “cambiada”: a veces sus piezas se alargan demasiado, a veces se acortan demasiado.
Compone inspirándose en temas propios de la cultura maya en la que creció. Su música versa sobre tópicos sencillos de la vida cotidiana del pueblo maya, como desgranar el maíz, invocar a los yumtsiles, alimentar a los cochinos. Procura no escuchar mucho la música occidental, ni la clásica ni la actual, de ningún tipo, para mantener lo más intacto posible su mentalidad maya.
Hombre de buena fe, de buena voluntad, la Universidad Intercultural de Quintana Roo (UIMQROO), ubicada en Morelos, tiene la fortuna de contar en su planta de profesores a Martiniano Pérez. Personas como él son fundamentales para mantener en su sitio a la cultura maya genuina y no confundirla o –peor aún– reducirla al folclorismo en donde derrapan muchos mayahablantes ingenuos ansiosos de figurar.
El Festival Independiente de la Cultura Maya es una iniciativa de intelectuales, artistas y promotores culturales cuya finalidad es mostrar los valores de los pueblos mayas, ignorados en festivales internacionales llamados “maya” pero que en realidad no tiene nada del espíritu de los mayas.