Lizsie Pisté Chan en entrevista con el Chilam Balam, en el consultorio del herbolario Jesús Segura
Apareció deslumbrante a las puertas del consultorio. “Vinimos del salón de belleza”, exclamó su protectora. Había que celebrar: horas antes la habían dado de alta del hospital en donde pasó momentos terribles: por ejemplo la expectativa de perder una pierna completa, a partir de la ingle.
“Le traigo un regalo”, continuó la dama satisfecha de sí misma, feliz. A su lado estaba la jovencita de 16 años, vestido corto a la altura de la rodilla, medias, zapatos nuevos. Un corte de pelo y un maquillaje minuciosamente aplicado habían terminado por embellecerla de tal manera que dejaba ver la belleza de “una princesa maya”, relata el herbolario Jesús Segura.
Ahí está ella, nueva. De regreso del infierno.
Un año y medio atrás, su empleadora, una dama de buen corazón, había llegado al consultorio buscando ayuda.
En el Agustín O’Horán, el hospital de los más desamparados en Yucatán, se había programado la cirugía de Lizsie Pisté Chan. Un cáncer se había enquistado en la pierna derecha, cadera y glúteo.
La solución era drástica: amputación de la pierna desde la ingle. Apenas tenía 15 años, una vida por delante, “una niña, un botón”.
Como ocurre en estos casos, el médico naturista los anima, los consuela y les da esperanza. Enseguida habla de las bondades de sus cápsulas de frutos deshidratados y molidos, sus tés que hay que tomar puntuales.
Generalmente los dolores comienzan a ceder a las dos o tres semanas.
En el tercer mes de su tratamiento, a Lizsie la llevaron a sus estudios médicos y para asombro de todos los estudios revelaron que parte del cáncer había desaparecido y en otras partes se estaba reduciendo.
A partir de ese momento todo fue para bien. Hay casos en que el mal remite a los seis meses pero no conviene dejar de tomar las medicinas porque el mal puede atacar de nuevo y lo hace con más fuerza. De tal manera que es mejor alargar el tratamiento para asegurarse de su total desaparición. Pero el caso de Lizsie fue una excepción.
Aquél día que la joven llegó al consultorio con zapatos y medias nuevas, en verdad que había bastante razón para celebrar, pues le habían dado de alta.
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¿Y qué ha pasado con Lizsie? Contrajo matrimonio y vive hoy día en su pueblo natal, Opichén, en donde ha tenido una bebé completamente sana, hoy de ocho meses, y y “está mejor que nunca”, según cuenta al cronista.
Calambres en la pierna y en la cadera anunciaron en su momento un mal terrible. “Ya no podía caminar y sentí que algo me crecía en la parte alta del muslo, así que fui a un médico”. El diagnóstico dado en el O’horán fue osteosarcoma pélvica, de modo que tuvo que internarse y someterse a quimioterapias.
Durante seis meses estuvo en el O’Horán y una vez dada de alta hubo de volver cada dos semanas a recibir quimioterapias.
Terminado el tratamiento, se reportó una reducción del cáncer. No se podía continuar hasta su completa eliminación porque su salud ya estaba muy mal y no podía resistir más quimioterapias. No había nada más que hacer, así que se retiró a su casa.
Como era de esperar, el mal creció de nuevo y los médicos dijeron que lo que había que hacer es amputar de raíz todo el miembro con tal de salvar la vida.
Con 25 años cumplidos hoy, Lizsie relata a mediados de febrero de 2013 al cronista su peregrinación. “Con el diagnóstico final de que era amputar la pierna, ya no regresé y me quedé sin medicinas de ningún tipo”.
Poco tiempo después conoció a la patrona de una amiga suya, que en adelante se hizo su benefactora, y fue ésta quien la llevó al consultorio de Jardines de Chuburná.
Sólo durante cuatro meses tomó Flor Curativa y desapareció sin dejar pista. “No respondió a ningún mensaje”, comenta la señora que la acompaña.
[pullquote] Con ocasión de su embarazo, Lizsie Pisté Chan volvió al O’Horán en donde los médicos la monitorearon de nuevo y no encontraron ningún tumor. [/pullquote]
Los médicos quedaron sorprendidos de no encontrar nada, y dudaron de su propio diagnóstico anterior (¿habrá sido en la otra pierna? Pero tampoco salió nada). Hecho el estudio correspondiente, tuvieron los médicos que aceptar que no había un tumor. Extrañamente, su expediente también se había perdido y fueron vanos los intentos de encontrarlo.
Lizsie cuenta su historia al cronista en el consultorio de don Jesús, en donde ha acudido acompañada de su benefactora, esposa de un funcionario del gobierno del Estado anterior. Después de la charla recibe una dosis de cápsulas de don Jesús y se retira para ir a hacerse unos estudios médicos que debían hacérsele hace varias semanas.
Historia contenida en Flor Curativa. El milagro de la medicina de los mayas. Descarge AQUI el libro y entérese de más testimonios de curaciones.
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