La noche del 24 de noviembre de 2017 falleció en Mérida el activista de la lengua maya y escritor Isaac Esau Carrillo Can, reconocido como una de las jóvenes promesas de la literatura en lenguas originarias de México.
Al momento de su fallecimiento, Isaac se encontraba planeando diferentes proyectos, entre ellos dos programas de revitalización lingüística que se llevarían a cabo en zonas con amplia presencia de mayahablantes: la zona sur de Mérida y otra en la villa de Peto, cabecera del municipio del mismo nombre. Nacido en esa villa en 1983, Isaac estudió la Licenciatura en Educación Artística en la Escuela Normal Superior de Yucatán.
Apenas el año anterior, en 2016, había cursado la Especialización en Estrategias de Revitalización Lingüística que imparte la Mondragon Unibertsitatea y Garabide Elkartea, instituciones de la Comunidad Autónoma Vasca.
Para muchas personas uno de los mayores legados de Isaac fue el prestigio que logró darle al mayat’aan con su breve y sustanciosa obra. Acumuló los premios de todos los certámenes literarios importantes de creación literaria en mayat’aan y en idiomas de los pueblos originarios de México. En 2007 obtuvo el Premio Internacional del Mundo Maya “Waldemar Noh Tzec”; en 2008 el premio de cuento en lengua maya “Alfredo Barrera Vásquez” que otorga anualmente el jurado de los Juegos Nacionales Universitarios organizados por la Universidad Autónoma de Yucatán y en 2010 el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas. Con este último reconocimiento se unió al selecto grupo de escritores mayas que han obtenido el máximo galardón a la creación literaria en lenguas originarias de nuestro país (los otros dos son Wildernaín Villegas Carrillo que lo ganó en 2008 y Sol Ceh Moo en 2014).
Sin embargo, el otro legado de Isaac del que poco se ha hablado es su trabajo como incansable promotor de mayat’aan y la creación literaria en los pueblos del Mayab. Durante muchos años, cuando trabajaba en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, elaboró materiales educativos en lengua maya cuyo objetivo era alfabetizar adultos mayahablantes en su lengua materna. Justo a principios de este año en curso había organizado una serie de talleres con el comisariado ejidal de su villa natal para enseñarle a los ejidatarios mayahablantes a escribir su idioma.
Muy probablemente los diferentes talleres de creación literaria que llevó a cabo con niños de los municipios del interior del estado sean sus legados menos visibles, pero más perdurables para el pueblo maya, al compartir los conocimientos adquiridos en su meteórica trayectoria con decenas de sus alumnos. Pero su trabajo de difusión de mayat’aan no termina allí. Muchos de nosotros recordamos con emoción y alegría la noche de otoño de 2015 durante un evento del Cha’anil Kaaj, que el waytaman Isaac, acompañado de Carolina López, presentaron en Kinil, pueblo natal de dos de sus alumnas, la obra de teatro que había escrito llamada U yóok’ot wáayo’ob. Durante una noche las danzas de los waayes se apoderaron del pueblo de Kinil ante el asombro de los niños, mujeres, hombres y ancianos que pudieron disfrutar la obra en mayat’aan sin necesidad de traducciones ni subtítulos.
Todos quienes tuvimos la fortuna de caminar junto a Isaac en algún momento de su vida pudimos conocer de primera mano la seriedad y el compromiso con que hacía suya la labor de trabajar por el pueblo maya y por el maayat’aan.
En 2014, cuando la primera generación de intérpretes en Lengua Maya de la Academia Itzamná presentó sus trabajos finales para graduarse, Isaac, en su papel de jurado, me cuestionó sobre el público a quien iba dirigido el rap en lenguas originarias: “¿Para quiénes va dirigido todo ese trabajo? ¿Es para la comunidad o solo para la gente del exterior?”. Dos años después, cuando bajábamos la cuesta del monte Orixol en Araba, el cuestionamiento se transformó en propuesta, cuando hablábamos de las estrategias para que el mayat’aan pudiera recuperar su vitalidad en los pueblos y ciudades del Mayab donde la había perdido, y murmuró Ko’one’ex meyaj tun, suku’un. Creo que no hay mejor homenaje y honra a la memoria de Isaac que continuar con su incansable trabajo por la lengua y el pueblo maya.– Mérida, Yucatán, 28 de noviembre de 2017.
Ookbej: en las inscripciones jeroglíficas mayas se usaba el término “och bih” (entró al camino), escrito en ch’oltí clásico, como metáfora de la muerte. En maayat’aan esta expresión la hemos traducido como “ook bej”.
José Ángel Koyoc Ku
José Ángel Koyoc Ku, historiador y activista por los derechos humanos