En el parador turístico de Kantemo, Quintana Roo, puede verse la pintura de un hombre manos de serpientes.
“¿De dónde ha salido la imagen?”, hemos preguntado a Adrián Kantemo, uno de los cinco guías que cada noche incursionan en la cavidad subterránea llevando su carga de paseantes.
De pie a la entrada de su casa hasta donde hemos ido a buscarle, él ha respondido sin pensarlo mucho. “Es obra de la imaginación de un muchacho de Huay Max, nada más”.
El cronista cree ver en la obra del artista de Way Max una vaga semejanza con el encantador de serpientes que aparece en Kabah, la zona arqueológica cerca de Uxmal.
Aquella escultura de piedra del Pu’uc representa a un hombre desnudo sentado muy despreocupadamente. En sus hombros trae una gran serpiente cuya cabeza sujeta con la mano izquierda, mientras que la cola del reptil (“su punto de apoyo”, según la historia que conocemos en Anaconda,) queda libre.
La pintura de Kantemo no deja de ser sugerente. El anciano, descalzo y vestido de blanco, está sentado con las manos alzadas a la altura del pecho. No es una serpiente la que aparece en el pecho, sino la gruta de las serpientes.
Kantemo dista a unos minutos de Dziuche y se ha hecho famoso por atraer turistas interesados en recorrer el recinto de las sierpes.
–Hay cabañas para quedarse–, indica el guía.
Puesto que el paseo es nocturno y dura más de dos horas, muchas veces los visitantes prefieren quedarse a dormir en el lugar. Para esto hay cabañas habilitadas con todos los servicios.
“¿Puedo entrar así como estoy?”, pregunta el cronista que viene con calzado, pantalones de mezclilla y una camiseta sencilla.
–Puede entrar así, si se siente cómodo, pero le advierto que hay tramos donde debemos arrastrarnos en tierra –apunta Adrián Kantemo.
Pero eran las dos de la tarde y el sol ardía sobre los cedros desnudos y los maculís florecientes, y la noche y su frescor tardaría mucho todavía por llegar.
Kantemo es el nombre de la población y está formada por dos palabras: K’áante’, que “es un árbol grande, muy parecido al que conocemos como pich. Este árbol solo crece en las zonas de los áak’alche’ ”, es decir, de las aguadas, de los pantanos, de las zonas que se inundan. Si estás atento puedes ver algunos cuando cruces por Justicia Social”, explica el vecino casi desnudo, de pie bajo el sol.
Qué interesante, piensa el cronista, porque el k’áante’ es un árbol, y el Mo’ es la guacamaya. (La guacamaya presumida del Popol Vuj estaba posada en un árbol de nance, que es un árbol chaparrito, si mal no recuerda quien escribe.)
Nos retiramos con la idea de regresar lo más pronto posible (apenas reunamos los más de 600 pesos por persona, que es lo que cuesta el paseo nocturno en la gruta de los reptiles. (Quedarse a dormir, ni locos).
Nos alejamos admirándonos de los señores que llevan un gran apellido: K’áante’ Mo’, que también son notables encantadores de serpientes, parientes espirituales del encantador de Kabah, puesto que caminan entre las serpientes como si las dominaran.
José Natividad Ic Xec
José Natividad Ic Xec es director de elchilambalam.com y mayapolitikon.com