Por NICOLE GENAILLE, enviada especial Twitter @nicougen. Organizadores franceses expresaron su admiración por el interés de gente “no especializada” que asistió a una conferencia sobre glifos, en los trabajos previos a la apertura del coloquio “Medidas y texturas del tiempo entre los mayas, lo dicho, lo escrito, lo vivido”, en el Museo del quai Branly, París, a la orilla del Sena.
El evento internacional interdisciplinario, que será del 8 al 10 de octubre, es organizado por el Museo del quai Branly en el marco de la exposición Mayas. Revelación de un tiempo sin fin, y comenzará mañana con una ponencia magistral de la mayista mexicana Mercedes de la Garza (UNAM) con el tema Los mayas y la trama de los tiempos. El coloquio se realizará en el teatro Claude Lévi-Strauss del museo.
Esta madrugada del martes, hora de México, el especialista en glifos Guillermo Bernal Romero expuso ante dos docenas de personas, en una pequeña biblioteca del museo, su descubrimiento en Palenque, Chiapas, y cuyo contenido fue publicado hace dos meses en la revista Arqueología: un nuevo ciclo calendárico de 63 días.
Después de su ponencia, el traductor comentó la impresión de los organizadores de la presencia de personas no especializadas a una ponencia sobre glifos, que es especializado, lo cual demuestra el encanto de la cultura maya en círculos cada vez más amplios.
Experto del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, Guillermo Bernal recordó su hallazgo que comenzó en un panel en estuco (fragmentado) de la estructura 1 del grupo XVI de Palenque vio un glifo con nombre del “dios N zarigüeya”, que tiene su paralelo con un texto de Yaxchilán, lo que le permitió comprender que se trataba del ritual de encender el fuego con un madero, friccionando (joch’ k’ahk’, “está taladrado el fuego”), y que debía haber una fecha en la cuenta larga al inicio del texto.
Encontró dicha fecha y notó que tanto la fecha de Palenque como la de Yaxchilán tenía un glifo 6Y (sexto día en un ciclo de 7 días) y un glifo G1 (primer día en un ciclo de 9 días). Así (7 x 9=63) vio que las inscripciones estaban distantes de 210 ciclos de 63 días. Buscaron otros ejemplos y encontraron dos en Petén, dos en Chichén Itzá con una diferencia de 1 día (¿cambio voluntario debido a la región o a la fecha más tardía?) y dos en Ek’ Balam.
Al hacer la reconstrucción, el universitario comprobó que el periodo estuvo asociado con el ritual de “taladrado” de fuego (joch’ k’ahk’), es decir, de generación, por fricción, de un fuego ritual dedicado al dios zarigüeya o tlacuache.
El ciclo calendárico de 63 años forma parte de una cuarteta, pues ya se conocían los ciclos de siete, de nueve y de 819 días. El número descubierto resulta de multiplicar los dos primeros (9 x 7= 63), y el tercero resulta de multiplicar esta última cifra por 13 (63 x 13= 819). Y propone que el 819 mide los periodos sinódicos de Saturno, de 378 días (63 x 6), y es en este punto en que echa mano al tracuache o zarigüeya, una deidad muy significativa en las culturas mesoamericanas, pues habría robado el fuego para darlo a los humanos. ¿Y si Saturno es una zarigüeya en el cielo, el Prometeo americano? , se pregunta.
Piensa Bernal, que así como Saturno tiene un ciclo de 63 x 6 días, es posible que los mayas hayan hecho un ciclo con seis estaciones, comenzando cuando Saturno está en el cenit a media noche.
El coloquio marista lo organiza el Museo y el Grupo de enseñanza y de investigación sobre los mayas y sobre Mesoamérica (GERM) y está dedicado a la memoria de Claude-François Baudez (eminente mayista francés) desaparecido el 13 de julio de 2013.
Otros ponentes mexicanos en el coloquio son Erik Velásquez García (UNAM) La representación del tiempo en la imaginería maya antigua; Rogelio Valencia Rivera (Universidad Veracruzana, Xalapa), El tiempo vuela: el uso de aves y otros animales para representar periodos de la Cuenta Larga Maya, y la yucateca Ella Fanny Quintal (INAH – Yucatán), con Los vientos y los tiempos.