Mérida, Yucatán, 3 de febrero (elChilamBalam).– Su esposa le dijo claramente en tono de ultimátum: “Si no te los llevas de aquí, un día llegarás a casa y no estaremos porque ya nos habrán llevado… “
Sólo así accedió Mario a alejar de su hogar a sus preciados alux. Los tomó la mañana siguiente y los guardó en un lugar lejos de casa pero seguro.
La tranquilidad de la familia se había esfumado desde el incidente de la pelota.
“Una noche que estábamos tranquilamente sentados mirando jugar a nuestra nieta ocurrió aquéllo”, había contado Mario, durante una visita de el Chilam Balam un fin de semana a Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
“Arrojó la niña la pelota pequeña como de ping pog y el esférico rodó en el piso, chocó contra la pared y volvió muy despacio hasta deslizarse bajo un sillón, apenas con algún impulso por la inercia.
Y ahí quedó varios instantes. Pero, ¡oh Dios!, cuando ya nos estábamos olvidando de la pelotita de pronto ésta salió por sí sola debajo del sillón y se alejó hacia el otro rincón de la casa, dando saltos fuertes y bien definidos.
Desde ese día la familia no estaba en paz, porque la madre había concluido irrefutablemente: “No estamos solos en esta casa”.
Y aún así los alux siguieron viviendo algún tiempo bajo el mismo techo hasta que la señora de la casa temió que un día estos pequeños seres se las llevarían a ella, a sus hijas y a sus nietas un día que no estuviera el dueño de la casa.
Así dijeron adiós un día los aluxes a aquella casa con niños.
Mario recuerda cómo llegaron estos personajes mágicos en sus manos. “Un día un amigo me preguntó si quería yo un alux, porque ya le estaba dando miedo y ya no lo quería con él. Y lo acepté. Algunos años después llegó a mis manos el otro, más o menos por las mismas razones.”
Los alux son pequeños seres, “del tamaño de un niño”, que viven en las milpas y las cuidan. Suelen habitar en zonas donde hay ruinas arqueológicas o cuevas .
No sol malvados ni son maléficos, pero sí traviesos. Se les tranquiliza con una ofrenda, un dulce o un cigarro.