Mérida, Yucatán, 15 de marzo de 2012 (elChilamBalam).– “La lengua maya no pide nada a los otros idiomas. Tiene refranes, adivinanzas, leyendas, trabalenguas”…
Hervía el salón Progreso del Centro de Convenciones Siglo XXI. Imposible no estarlo si las tres primeras filas de la sala estaba abarrotada por decenas de jovencitos de la Secundaria Número 2, de la colonia Francisco I. Madero, de Mérida. Bullían, cuchicheaban, reían pero no había grosería sino un franco interés en los temas que escuchaban del escritor y cuentacuentos de Halachó.
Ahora escuchan atentos, como desde hace media hora cuando el expositor de mediana altura y siempre sonriente les leyó en maya el primer fragmento de una colección de cuentos narrados por un abuelo en apariencia insignificante.
Después vinieron las historias en español cuyos temas versaron sobre situaciones comunes de la vida y que contados por Vicente se volvían fábulas.
Sin ninguna presunción, hombre sencillo de pueblo, lenguaje llano, Vicente embonó las dos historias con la situación que viven actualmente los jóvenes, quienes se reían de las situaciones de los protagonistas y se daban de codazos discretamente, a lo que expositor inquiría desde el micrófono:
-¿A alguien le ha pasado?
Y las risas.
Primero la historia de una madre que “asfixiaba” a su hijo con su vigilancia pero que una vez exitoso reconoció la importancia del celo y desvelo de su progenitora por él. Luego, el escarmiento de un hijo que flojeaba en la escuela y, habiendo dejado la escuela para “trabajar”, termina rogando a su padre regresar a la escuela luego de una tormentosa experiencia como ayudante de albañil.
Luego las adivinanzas que permitió a dos niños (y una señora) hacerse de sendos libros del autor que escuchaban.
-Dice sí cuando viene; dice no cuando se va ¿qué es? Cosa difícil una adivinanza, todavía más si es en un idioma que no entendemos. Los muchachos se esforzaron y “no mataron su pavo”, como les sugirió que hicieran varias veces el moderador.
Se llevó el premio un muchachito no por adivinar sino por entender el sentido del enigma.
Una segunda adivinanza puso alertas a todos.
-Se va con hambre; vuelve satisfecho. ¿Qué es?
Un jovencito se adjudicó el premio. Uno y otro fueron fotografiados para las memorias del evento.
Fue buena idea hacer coincidir los jovencitos con la presentación de Vicente Canché Móo, pues los que han asistido es bien conocido la poca audiencia que han tenido las presentaciones sobre asuntos mayas. Y más todavía cuando los muchachos hacen sus pininos en las letras y arman actualmente antologías con sus propios escritos. Y los profesores que acompañaron a los jovencitos ¡nuestro respeto! ¡Bienvenidos a la Feria Internacional del Libro de Yucatán o FILEY, como se le dice!
¿Y usted sabrá las respuestas a las dos adivinanzas….?