Mérida, 30 de agosto de 2017 (ElChilamBalam).– El Grupo Ajau Espeleología confirmó esta noche su compromiso con la comunidad que es guardiana y heredera de las riquezas que yacen en sus cuevas. Primero el fundador y animador del grupo, antropólogo Carlos Evia, y luego la arqueóloga Fátima Tec Pool, pusieron de relieve la importancia de trabajar con la comunidad.
“Desde hace veinte años este es nuestro procedimiento: hacer contacto con la comunidad, con su gente. Pedirles permiso para explorar sus cuevas, y dejarles en claro que lo que sea que encontremos en esos lugares son propiedad suya, porque pertenecieron a sus antepasados y ahora son de ellos”, subrayó Carlos Evia.
Algunos grupos de espeleólogos tienen la mala costumbre de llegar a esos lugares y entrar así nomás, sin pedir permiso. “Creen que porque una cueva o un cenote se encuentra en medio del monte, no pertenece a nadie. Pero se equivocan porque tienen dueño”, aseveró el fundador del Grupo Espeleológico Ajau, que en esta mesa panel de esta noche en Cephis-Unam de La Plancha celebró sus 20 años de trayectoria.
Involucrar a la comunidad en las tareas de exploración y hacer equipo con ellos son de las cosas que el colectivo siempre ha gustado hacer desde hace 20 años. “Exploramos las cuevas junto con ellos. Aprendemos de ellos y nosotros les enseñamos aspectos técnicos. Todos aprendemos”, explicó Fátima Tec Pool en su breve presentación que cerró el evento.
De hecho, las personas de las comunidades, especialmente los guías, conocer mejor el entorno y conocen las cuevas y “varios de los Ajau hemos sido capacitados por ellos”, remarcó Carlos Evia en su momento, al mencionar la importancia de los guías comunitarios en el trabajo de la asociación.
De esta manera Evia rindió homenaje a los guías comunitarios que han jugado un papel importante en la espeleología, y enumeró algunos nombres que “no podía no mencionar”. En la ruta de los ch’e’enes (pozos o cenotes) Roger Cuy y su familia que han vigilado la gruta de Calcehtok desde principios del siglo XIX. Asimismo, mencionó a Baldomero Ku quien rescató una gruta y cenote de Tecoh que había sido abandonado durante ochenta años. Baldomero se afanó en el rescate del lugar que era un basurero y baño público, la habilitó para ser visitada y cuando comenzó a ser un atractivo turístico y a rendir económicamente, el ayuntamiento se lo confiscó.
Mencionó Evia también a Concepción May Noh quien ha sido guía y guardiana de la afamada gruta conocida como Xtakumbilxunan (“la señora que ha sido escondida”, en Campeche) y a raíz de ello son mujeres todas las guardianas del sitio.
En Homún destacan los hermanos Elmer y Eduardo Echeverría de quienes ningún espeleólogo que llega al municipio puede prescindir, pues son conocedores de más de 300 cenotes del área. Finalmente mencionó, a Mario Novelo, de Tekax, quien actualmente también está haciendo un trabajo importante en espeleología.
Sin embargo, entrar a una cueva no es una cosa que haya de tomarse a la ligera. La abogada María Eugenia Paredes Pérez recordó que hay leyes que regulan las interacciones en estos espacios. Según expuso, en una cueva hay vestigios arqueológicos, hay plantas y hay fauna, por lo cual en la protección de este medio tienen que ver diferentes autoridades.
En el aspecto arqueológico, el INAH es el que tiene la autoridad sobre el patrimonio. Nadie puede entrar a una cueva y remover vestigios si no tiene permiso del instituto. Asimismo, nadie puede tomar nada de esos lugares y transportarlos porque son penados por la ley. Ser sorprendido transportando artefactos extraídos de una cueva es delito federal y merece hasta diez años de cárcel.
En la cuevas, dijo María Eugenia Paredes Pérez, hay flora y fauna que acaso estén protegidas por las normas, y en este caso el Grupo Ajau aunque no son biólogos, hacen el registro y lo reportan.
Si en el aspecto legal la exploración de las cavidades subterráneas tiene sus riesgos legales, en el aspecto físico no lo es menos. Para su mejor desempeño el espeleólogo ha de tener ciertos requerimientos de salud, explicó la doctora Ady Loría Uc. El ambiente de una cueva requiere que el explorador tenga ciertas condiciones físicas, tales como requerimientos técnicos e hidratación. Ingresar a una cavidad exige cierto entrenamiento, resistencia, flexibilidad y fuerza, explicó la doctora, integrante de Ajau. En el interior de la cueva se realizan actividades de alta y mediana intensidad por lo que es importante el entrenamiento constante, que supone una excelente dieta.
Ady Loría Uc subrayó también la importancia de la preparación técnica, tales como saber hacer un buen nudo, conocer las técnicas de ascenso y descenso, y el uso de las cuerdas porque de ellos depende la seguridad personal. Asimismo, el espeleólogo ha de disponer de un equipo propio mínimo que le garantice su protección en las grutas: cascos, zapatos especiales, brújulas y otros. Todos objetos que se van adquiriendo poco a poco.
Durante dos horas los integrantes del Grupo Ajau Espeleología hablaron sobre diferente aspectos del trabajo que desempeñan. Su impacto en las comunidades y en la Universidad, especialmente en la Facultad de Antropología, porque a su sombra muchos estudiantes comenzaron a realizar tesis sobre cuevas.
Anabel Rojas, integrante de Ajau fue quien presentadó y moderó la participación de sus compañeros. Abrió el evento la presidenta de Ajau, María José Gómez Cobá, y la cerró también ella, agradeciendo el trabajo de Carlos Evia, quien ha sido el motor de este grupo en los últimos veinte años.
Hablaron en diferentes momentos “las ajaues” (todas mujeres, excepto su director): la presidenta María José Gómez Cobá, Margarita Ventura quien destacó los trabajos conjuntos de Ajau con el Ayuntamiento de Mérida; le siguió la doctora Ady Loría, Carolina Ramos, María Eugenia Paredes, Carlos Evia, Natalia García y Fátima Tec Pool.