La insuperable fama del temible “Way chivo” de los pueblos mayas

El poeta y dramaturgo Isaac Carrillo Can durante su actuación en U yóokot wáayo’ob (Danza de los Wáay)

De todos los Wáay que sobreviven en la memoria de los pueblos mayas, el Way chiibo es acaso el más popular por el terror que puede infundir su aspecto de macho cabrío. Es verdad que igualmente son temibles los Way Miis (gato), Way Kéek’en (cochino) o el Way Peek’ (perro) pues pueden ser igual de dañinos o letales, pero ¿quién no ha escuchado amedrentar a otros con la advertencia de ¡ahí viene el way chivo!?

Un wáay es un hombre de las tierras mayas que ha aprendido (heredado, muchas veces) el arte de transformarse en un animal y salir en las noches a cometer maldades o solamente a pasearse en medio de la oscuridad.

En el sur, centro y oriente de Yucatán he escuchado tres versiones una misma historia sobre un way chiibo vilipendiado, lo que sin embargo lo hace no creíble.

Hará unos cuarenta años escuché de boca de mi padre, Luis Ic Noh, la historia de un wáay principiante de Tixhualatún que se convirtió en un chivo y le fue muy mal… “Se convirtió en chivo y salió a pasear una noche que había baile en una población vecina. Tres muchachos que volvían de la fiesta lo encontraron a la entrada del pueblo y lo atraparon, y le ataron dos tercios de leña en el lomo. Y lo hicieron caminar de un punto a otro del pueblo hasta agotarlo completamente. El animal berreó tristemente pero los muchachos no se compadecieron. A media mañana, el chivo estaba atado con su carga de leña a la salida del pueblo. Lo soltaron finalmente, amonestados los muchachos por un anciano que iba a su milpa, y el chivo –escarmentado– nunca más se le vio en el pueblo”.

Escuchada la historia en Peto, la oí de nuevo en Yaxunah hará una década de boca del curador de mordeduras de víbora, Alfonso Dzib. En su narración el way chivo también sufrió de manos de muchachos audaces que ignorando el peligro capturaron al animal, lo ataron y le colocaron en el lomo dos cargas de leña.

Hace unas semanas, durante la lectura de la novela en lengua maya Búukint nook’a’ (Ponte esta ropa, 1993) de Jorge Echeverría Lope, de Chunkanan, Cuzamá, me he topado con este pobre chivo. Como en los dos casos anteriores, el wáay aprendiz es torturado por unos muchachos que lo espiaron y capturaron.

Como se observará el way chivo, al menos el de estas tres versiones, no tiene mucho de terrorífico y uno se pregunta si la historia no ha sido difundida en algún momento con el propósito de minimizar y ridiculizar a estos temidos “nigromantes”.

En su libro La serpiente emplumada (1955), don José Díaz Bolio, consigna el siguiente testimonio: “Una tía nuestra, doña Dolores Díaz de Arjona, aseguraba haber visto –‘con sus propios ojos’– al uaay taman, y contaba el incidente de este modo: ‘Durante varias noches empezamos a oír ruidos en la cocina. Era como si alguien estuviera menejando los trastos. Por la mañana todo aparecía revuelto: la comida, tirada. Entonces, como tu tío no estaba en Calotmul, que fue la población donde vivimos de recién casados, yo me propuse espiar quién era el que me revolvía la cocina. Por fin, una noche, oyendo los ruidos, avance de puntillas hasta la cocina, con una tranca en la mano. ¿Qué creen? Allá estaba un hombre alto, con el sombrero puesto, dedicado a revolver y tirarlo todo. Entonces, levantando la tranca para golpearlo, entré resueltamente a la cocina. ¡Ay, hijo, aún se me paran los vellos de los brazos cuando lo recuerdo! ¿Mira (la tía Lola me enseñó su brazo con los vellos verdaderamente erizados). ¡El hombre aquel salió huyendo por el patio, bramando  extrañamente, y mientras corría se fue convirtiendo en uaay taman. Cuando llegó a la albarrada saltó ágilmente con sus cuatro patas, y desapareció en la noche. ¡Ay, hijo, nunca se me olvidará!’”

En la lengua maya hay una confusión inadvertida entre chivo (chiibo) y borrego (taman), razón por la que de pronto con way taman puede uno estar refiriéndose a un way chiibo, y viceversa.

En pleno siglo de la ciencia y de la tecnología, de “las luces”, en nuestros pueblos mayas sobrevive esta “superstición” que es uno de los aspectos más poderosos de la espiritualidad de los antiguos mayas.

José Natividad Ic Xec

José Natividad Ic Xec es director de elchilambalam.com y mayapolitikon.com

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