Un pueblo custodio del maíz y de la religión maya

Foto Santiago Hoil Cruz / El anciano jmeen Prudencio Caamal Noh

Foto Santiago Hoil Cruz / El anciano jmeen Prudencio Caamal Noh

Santiago HOIL CRUZ. La ceremonia maya de la invocación de la lluvia o ch’a’a cháak de Xoy es quizás una de las más grandes que se realizan en Yucatán, gracias al celo de la comunidad que se preocupa por preservar esta herencia ancestral de los mayas.

En efecto, se requiere del compromiso de toda la comunidad para garantizar la permanencia de nuestras tradiciones. Más de la mitad de la población participa en estos rituales, señala Severiano Cauich, comisario municipal, quien organiza la ceremonia desde hace ya 26 años.

En una ceremonia realizada la segunda semana de agosto en esta comisaría de Peto, participaron 60 socios. Cada uno aportó una dotación de maíz y pollos para la ceremonia en que se hornearon 200 panes de maíz (waajikool). De nueve capas, cada una con una capa fina de pepita molida y frijol, los waajikool son envueltos en hojas de boob y palma de ch’it, cocidos en píib (enterrados) en un horno cavado en la tierra de 5 por 30 metros de largo.

Foto Hoil Cruz/ Pailas de k'ol

Foto Hoil Cruz/ Pailas de k’ol

Don Severiano recuerda que antes el ch’a’a cháak de Xoy era mucho más grande, pero un sacerdote que llegó al pueblo dividió la comunidad en tres gremios “porque era demasiada gente”. Fue así que se designó a tres mayordomos, pero sólo dos continuaron organizando la ceremonia. En su caso, organizó una cooperativa para garantizar que la ceremonia se sigan realizando. La asociación cuenta con sus propias mesas, ollas e demás implementos para la preparación de la ofrenda.

En la preparación de la festividad participaron más de cien personas, todos hombres de diferentes edades y niños, bajo la dirección del jmeen Prudencio Caamal Noh, de 87 años, vecino del municipio de Tahdziu.

La ceremonia es una demostración de entusiasmo y alegría donde los socios participan en todo los que este a su alcance. Días antes se habían dividido las labores para la elaboración del altar, moler el maíz, tortear las tortillas de los panes, sacrificar las gallinas, hacer el k’oól (caldo rojo y espeso) y el chok’o’ (k’óol con waajikool dentro) para la ofrenda.

Participar como espectador en esta ceremonia fue un privilegio que nos permitió remontarnos a los tiempos ancestrales y descubrir que la cultura maya sigue vigente en una de las comunidades milperas con más arraigo en Yucatán.

 

Asimismo, los campesinos de Xoy son los guardianes de la Nalxoy (Nal, elote; Xoy, nombre del pueblo), una semilla nativa que se caracteriza por tener gran resistencia a las plagas y a la sequía, además de dar muy buenas cosechas.

Bernardino Canul Xix, presidente de la Asociación de productores de maíz Nalxoy, está muy orgulloso de que la comunidad tenga su propia semilla y explica que este grano ya ha dado cuatro variedades, y que no hay nada que se pueda hacer sin la bendición de Dios. Es por eso que el pueblo está saliendo adelante, afirma, “porque han entendido el valor que tiene de proteger y mejorar su propia semilla”, además de mantener vivas sus tradiciones con la realización del ch’a’a cháak, ambos tesoros de los abuelos mayas y que ahora son la herencia de sus hijos.

 

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