Defienden la semilla criolla y la pureza de la miel yucateca

Vista aérea del No a los transgénicos, en la ciudad maya de Mayapán.

Campesinos mayas defendieron la semilla de maíz criolla y la pureza de la miel que se produce en Yucatán, amenazadas por el creciente cultivo de soya transgénica cuyo polen ha producido trastornos sobre todo en el endulzante de exportación a la Unión Europea.

El domingo pasado, poco después de las ocho de la mañana, decenas de camionetas de redilas llenas de campesinos comenzaron a arribar en Mayapán, la otrora poderosa capital de los Cocom, convocados por organizaciones para protestar con el avance de los cultivos transgénicos.

Familias completas, grandes y pequeños, hombres y mujeres, participaron en la actividad organizada por una veintena de organizaciones que apuestan por un medio ambiente limpio y por productos libres de insecticidas.

Familias de Lepán, Telchaquillo, Tecoh, Mama, Teabo, Cholul y Mayapán convivieron en alegre camaradería.

K’áabéet k much’keba u tia’al ma’a u pa’ak’al le soyao’ (debemos unirnos para evitar que se siembre la soya transgénica) decían unos. Ti’ to’one’ ku bin to’on utsil waa ka beychajak le ba’ax ken ment bejla’e’ (a nosotros nos irá bien si se concreta lo que pediremos ahora), señalaban otros.

Poco después de las nueve de la mañana, Pablo Efrén Duarte Sánchez, de la Unorca (Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas), explicó que la soya transgénica afecta a la apicultura y contamina la tierra, pero además quienes la consumen pueden sufrir abortos o padecer cáncer y leucemia.

Tomás Vera, de Apícola Maya, explico a su vez cómo el polen transgénico daña la calidad de la miel haciendo que el precio se desplome en el mercado europeo dónde se destina la mayor parte de la cosecha. Además, advirtió: “Los transgénicos se apropian de algo valioso para los mayas, las semillas criollas”.

Después de las intervenciones, los participantes pasaron a formar las letras OMG No, colocándose unos junto a otros, tomados de las manos hombres, mujeres, jóvenes y niños.
Mientras ocurría esto, una avioneta de la organización Greenpeace dio cinco vueltas sobre la zona tomando fotografías y vídeos.

La actividad terminó poco después de las once de la mañana, cuando el sol empezaba a pegar más fuerte.
El mismo domingo, en otras zonas arqueológicas, otros cientos de productores agropecuarios y activistas hacían lo propio. Con información de Lorenzo Itzá Ek.

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